La alta velocidad se ha convertido en sinónimo de modernidad, motivo por el cual se han emprendido inversiones según criterios estrictamente polÃticos, sin los debates que sà ha habido en otros paÃses.
La alta velocidad se lleva el grueso de las inversiones, pero apenas la utiliza una minorÃa de usuarios, mientras que amplias zonas del paÃs quedan incomunicadas y el transporte de cercanÃas y mercancÃas sigue siendo muy ineficiente. Son problemas que deberÃan afrontarse con rigor antes de la entrada en vigor de la liberalización de 2020, para poner orden en un sector que ha recibido inyecciones multimillonarias pero donde ha faltado un mÃnimo de racionalidad.