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Catequesis de la misa (2)

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Sigo ilustrando con esta fotografía de la Custodia de un curso on line de Catholic.net. Lanza un mensaje subliminal: Enamórate de la Eucaristía. Para enamorarse de la Eucaristía en silencio, sin ruidos ambientales, por el tiempo que uno estime oportuno en el antes (mirando el reloj previamente) hay que rendirse ante El, preferentemente expuesto para su Adoración en la Custodia.

O bien en silencio ante el Sagrario en la capilla del Santísimo si existe esta capilla. O bien en silencio dentro del templo sabiendo que El está dentro del Sagrario cerca del altar mayor si no existe capilla del Santísimo. Estoy muy sensible con este tema desde hace un año. El hecho de templos cerrados en todas partes por Covid-19, asistiendo a misas televisivas casi siempre vía pc, me hizo reaccionar cuando volvió la normalidad. ¡Hace un año que soy de misa diaria! Raramente me la pierdo.

Si tengo todo el tiempo del mundo, ¿ qué razón hay para que yo no sea de misa diaria? Absolutamente ninguna. En mi caso puedo elegir templo y horario. No tengo que desplazarme lejos. La pandemia esta ha propiciado que yo me enamore de la Eucaristía. ¡Del sacramento! ¡De la misa! Pues es a partir de ella que se vive con plenitud la fe cristiana. Nunca es tarde para mejorar el propio rumbo.

El acto externo de adoración debe darse siempre, haya o no haya sermón sobre él. Se denomina genuflexión. Sustituible por la reverencia con la propia cabeza si existe imposibilidad física personal. Esta adoración tiene un culmen en el transcurso de toda misa. Es el momento de la Consagración del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia establece que, salvo imposibilidades físicas personales, todos debemos permanecer de rodillas. Yo prefiero en el reclinatorio del banco. Pero si no es así, por retirada arbitraria episcopalmente consentida de los reclinatorios en los templos, mi esclerosis múltiple con grado de discapacidad del 47% no es obstáculo para que me arrodille en el suelo.

Toda adoración es un acto interno que aboca al gesto externo. ¿Adoramos de verdad? ¿En nuestro corazón? ¿Tratamos de corresponder con el gesto externo? Lo que no vale es plantarse de pie por sistema y no arrodillarse ni por casualidad. Mi ex parroquia barcelonesa de Sant Isidor (San Isidoro de Sevilla obispo, doctor y santo) ahora es un centro de vacunas Covid-19 adscrito el Hospital Clínico de Barcelona. Saber emigrar de templo para poder rezar con dignidad es algo que nos compete a todos. Hace lustros que ha desaparecido, como normativo reconocido en todas partes, el esquema de fidelidad litúrgica común para todos los templos ubicados en cualquier parte.

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