Tenía la intención de continuar con la línea argumental que, más o menos, voy definiendo en mis artículos para Forum Libertas. Pero, no me resisto a hacer un pequeño parón en el camino porque, en mi opinión, cualquier oportunidad de disfrutar de la vida y echarse unas risas merece ser aprovechada. Con el indigenismo, sin ir más lejos.
Habrán escuchado ustedes, con toda seguridad, las repetidas exigencias del anterior presidente de México, el ya famoso AMLO, Andrés Manuel López Obrador, para que el rey de España pida perdón por la Conquista de América y, en particular, la de México. El ya expresidente López exige que los españoles del siglo XXI pidamos perdón por lo que sus antepasados hicieron en América hace cinco siglos. Sí, sí, sus antepasados. Que fueron los que hicieron la Conquista, se casaron con las indígenas y tuvieron una descendencia criolla que gobierna el país desde las Guerras de Desintegración de la Monarquía Hispánica de principios del siglo XIX, muy mal llamadas “Guerras de Independencia”.
¿No les parece delirante que un individuo nos exija que nos disculpemos por lo que hicieron sus propios ancestros? ¿Acaso están tan descontentos los mejicanos con su propia existencia que reniegan de lo más valioso que hicieron sus antepasados… darles la vida? Diría que algo de esto debe haber: endofobia, el odio contra uno mismo y la propia sociedad. Contra la Hispanidad, en este caso. La endofobia es un trastorno espantoso, similar a la xenofobia, pero mucho menos conocido. Los socialistas de toda Hispanoamérica lo están “poniendo de moda” a gran velocidad y también podemos observar cómo se ha extendido por el resto de Occidente.
Como dije más arriba, es algo tan delirante que debemos tomárnoslo con humor. Porque no hay psiquiátricos suficientes para semejante tropa. Sin embargo, es muy posible que usted se esté preguntando dónde está la gracia de esta historia y es… que aún no hemos contado todo. Porque resulta que el señor López Obrador es tan español como mejicano. Su abuelo materno emigró desde Ampuero, un pueblo de Cantabria. Y su abuela materna era hija de españoles provenientes de Asturias. Digo yo, ¿no se le habrá ocurrido llamar a su familia española, con la que seguro que puede contactar por teléfono, y quejarse a ellos?
O, mejor aún, ¿por qué no se pide disculpas a sí mismo? Como es medio español y medio mejicano, que se ponga frente al espejo y resuelva las cosas consigo mismo, sin necesidad alguna de involucrarnos a los demás. Afirmo públicamente que tiene todo mi apoyo, porque le prefiero esquizofrénico a endofóbico, sin ninguna duda.
Por desgracia, parece que el mal que atenaza a AMLO es contagioso y relativamente común entre las élites criollas de Hispanoamérica, porque su sustituta en el cargo, una tal Claudia Sheinbaum, ha comenzado su mandato con la misma exigencia a nuestro rey. Y eso que sus abuelos paternos son judíos asquenazíes y los maternos, judíos búlgaros. Tengo yo más de chino que ella de mejicana, pero eso no le ha detenido a la hora de montar el mismo numerito.
Así que, he de reconocer que me ha convencido. Me rindo y les doy la razón.
No, no en que debemos disculparnos: en que debemos exigir disculpas, como lo hacen ellos. Y opino que debemos empezar por exigir a los tunecinos que se disculpen por la invasión de la Bética durante el gobierno de los cartagineses de la familia Barca y, especialmente, por el asalto de Aníbal Barca (sí, el famoso enemigo mortal de los romanos, ese mismo) a Sagunto en el año 219 a.C. ¡Devolvednos el oro y nuestras estatuillas votivas!
Después, propongo que le exijamos lo mismo a Roma o, en buena lógica, al estado italiano como heredero del Imperio Romano. Queremos indemnizaciones por la destrucción de ciudades, exigimos la reconstrucción de las murallas de Numancia con cargo al erario italiano, el abono de los seguros de vida de todos los numantinos y demás celtíberos con intereses acumulados y el oro de Las Médulas así, a bote pronto.
A los árabes de Arabia Saudí, de Jordania y de Siria, que nos compensen por la invasión del 711 d.C. ¡Madre mía, que nos paguen en petróleo, que nos va a salir por las orejas! Fueron setecientos ochenta años de ocupación, saqueos, violaciones, saqueos masivos, esclavitud, impuestos abusivos y discriminatorios, persecuciones religiosas, secuestros a mansalva, tráfico de blancas, desplazamientos de población, destrucción de propiedades, robo de ganado… En fin, que nos vamos a hacer de oro. Si sumamos que los almorávides, almohades y benimerines vinieron de Marruecos a sumarse a la invasión y también han de compensarnos, puedo garantizar que ningún español va a volver a trabajar en toda su vida. Y, la gasolina, gratis.
Puestos a ser exhaustivos, yo pediría una compensación a Dinamarca por el asalto vikingo a Sevilla del 887 d.C. Comparado con lo que nos va a pagar Arabia Saudita, esto es el chocolate del loro, pero lo que es justo es justo y aquello no estuvo nada bien. ¿No han visto la serie? Unos violentos, los vikingos. ¡Intolerable! Su factura, gracias.
¿Qué más? Veamos, las miles de razias de los norteafricanos durante la Edad Moderna contra las Baleares y la costa mediterránea, los pueblos arrasados, miles de esclavizados y saqueos constantes que han de compensarnos entre Marruecos, de nuevo y Argelia. Un pastizal.
Y yo iría ya al otro plato fuerte, que fue la invasión napoleónica. No sólo nos invadieron a traición y secuestraron a nuestros reyes, sino que arrasaron el país de punta a punta, se llevaron miles de obras de arte, saquearon hasta las tumbas de nuestros héroes y provocaron la muerte violenta o por hambre de medio millón de españoles. ¡Francia es culpable!, hemos de gritar, convencidos. Y pasarles la multimillonaria factura.
Con todo lo que recaudemos, estoy seguro de que podemos pagar a los mejicanos y aún salir en positivo. Mucho más, porque estos han de devolvernos todo lo que nos gastamos en carreteras, regadíos, puertos, hospitales, universidades, ayuntamientos, fortificaciones y audiencias. ¡Nos vamos a forrar! A mí, me parece un chollo.
O un chiste. Una de dos. Gracias, AMLO.