El Supremo está a unas horas de marcarse el triple salto mortal de casarse a sí mismo. En este caso, la decisión de una de las secciones de lo Contencioso Administrativo de cargar a los bancos y no al cliente el impuesto de las hipotecas, que supuso un cambio de la jurisprudencia.
Se acordó que sea el Pleno de la Sala –una treintena de magistrados– el que refrende o no el fallo de aquel jueves. El Supremo debe aclararse con urgencia para no perjudicar más a los clientes, las entidades, el mercado y, de paso, la seguridad jurídica y su imagen