Como nos ha contado forumlibertas, el 18 de enero se cumplen cuatro años ya de la muerte del Padre Jesuita Luis María Mendizábal (del que les he hablado en otras ocasiones: aquí y aquí). Del Padre se ha destacado sobre todo su aportación en la teología y pastoral del Corazón de Jesús.
Otro aspecto de su vida que me gustaría abordar ha sido su relación con la llamada “España vacía”:
Como tal vez saben, el Padre Mendizábal, después de una brillante carrera docente en la Universidad Gregoriana de Roma fue enviado a España en los años setenta del pasado siglo. Alcanzada una posición relevante en Madrid, se le volvió pese a ello a cambiar de destino a Toledo. Allí se dedicó durante años a ejercer su ministerio, desde el cual acompañó el nacimiento y crecimiento de muchas vocaciones sacerdotales y religiosas muchas de las cuales (en especial los sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal en el Corazón de Cristo y las Hermanas de la Fraternidad Reparadora) han desarrollado su apostolado en pequeños pueblos.
La providencia quiso que el año inmediatamente anterior a la muerte del Padre Mendizábal fuese declarado libro del año en España el ensayo La España vacía del periodista Sergio del Molino. Se empezó entonces a verbalizar un fenómeno que cada día tiene más peso en el debate público. El debate coincide en el tiempo con un Papa que ha llamado a los cristianos a que vayan a las periferias. Dicha llamada (sobre la que puede leerse un interesante libro de 2017 de Nureña Prado,UCSS 2017) se ha identificado con las personas descartadas o en situación de marginalidad más necesitadas de la asistencia de la Iglesia. No se ha referido a un lugar concreto (periferia territorial), pero sin duda se admite que es en estas periferias territoriales donde casi siempre está, además, la periferia existencial.
Muchos discípulos de Mendizábal han estado en las periferias (existenciales y territoriales) que hoy se llaman España vacía. Algo radicalmente ignaciano y por ello siempre alentado por el Padre. Y es que debemos recordar que los Jesuitas, cuando solo eran diez, se repartieron por Italia priorizando el apostolado con niños y gente sencilla, lo cual fue explicado por el P. Jerónimo Nadal diciendo «no buscamos sino lo dejado» (cfr. Platicas espirituales en Coimbra en 1561 (ed. Miguel Nicolau, s.j.), Facultad Teológica de la Compañía de Jesús, Granada 1945, 70).
Con su presencia y servicio, se ha producido un fenómeno curioso: así como en otras partes del territorio la fe es más urbana que rústica, en las zonas donde ha habido discípulos de Mendizábal, la zona rural aporta un refugio espiritual a la fe digno de consideración. Mientras en algunas partes de España misiones juveniles de chicos de ciudad intentan ayudar a la fe de parroquias en despoblación y declive, los urbanitas necesitados de encuentro con Dios buscan en Oropesa (el lugar del templo expiatorio promovido por el Padre Mendizábal) un auténtico refugio, pueden ir a casas de Ejercicios alejadas de la ciudad a recibir tandas (de discípulos de Mendizábal en muchos casos), o encuentran a las Hermanas catequizando pequeños pueblos que visiten.
Y es que si las piedras de Oropesa, Mota del Marqués (donde se ubica una casa de espiritualidad muy querida y usada por el Padre), las Navas de Riofrío, o los lugares donde han estado trabajando las Hermanas… hablasen, se podría ver la enorme siembra espiritual impulsada por el Padre en la España vacía.
Teniendo en cuenta que el movimiento poblacional ha sido exactamente el contrario, optar por la España vacía era/es estar en la vanguardia, realizar una opción contra-cíclica, y hacer un gran esfuerzo de preservación. Y es que no podemos olvidar que lo mejor de la mística que nos ha llegado en el río de la historia ha sido desde lugares como Alba de Tormes o Fontiveros.
Cuenta el hispanista Joseph Pérez en su libro Teresa de Ávila y la España de su tiempo, al tratar de la sociología de las fundaciones, que Teresa siempre buscó lugares principales, fundamentalmente ciudades universitarias donde hallar buenos predicadores y maestros para las carmelitas. Al explicar esto, relata Pérez la lamentable situación en la que estaba la formación y evangelización rural en los tiempos de Teresa. Una situación de descarte territorial que es también la que ha llevado al fenómeno de la España vacía o vaciada de la que hoy se habla.
Aquella decisión pro-burgo de Santa Teresa se tomó en un tiempo en que la distribución campo/ciudad era menos radical que ahora. Lo lógico, si se buscaba el bien espiritual, habría sido que las personas a las que formaba Mendizábal hubiesen sido dirigidas a centros de formación urbanos. Sin embargo, rompiendo esa lógica, Mendizábal enseñó a sus discípulos a descubrir un camino cristiano de plenitud en donde a cada uno le pusiera el Señor, aunque implicase servir en pueblos. Aplicó, digamos, la lógica de Nazaret. Y es que, según cuentan, el Padre aconsejaba cuidarse de los siempre tentadores cantos de sirena de una internacionalización curial y universitaria (hacemos excepción de las misiones ad gentes) del clero que en estos tiempos ha sido mucho más fácil que en otros. El caso de las Hermanas es más expreso aun: priorizan estar en pueblos pequeños. Es así como se realiza mejor el encuentro personal como dijera el Padre: «de una en una» , sin caer en «la gestión de recursos humanos desde el móvil o el ordenador»: «¿Habéis visto algún pastor que apaciente a sus ovejas sentado en un tractor? Pues lo mismo sería querer llevar la parroquia sentado al ordenador… No: hay que conocer a cada uno, querer a cada uno, pisar el terreno, cuidar de cada persona».
El genio literario del Padre Lamet, SJ, decidió titular la biografía del famoso P.Llanos, SJ, “Azul y rojo. Biografía del Jesuita que militó en las dos Españas y optó por el suburbio”. Al cumplirse cuatro años de la muerte del Padre Mendizábal, podríamos titular una biografía suya “De la España poblada a la España vacía: Luis María Mendizábal, el Jesuita que optó por las periferias”.
Al cumplirse cuatro años de la muerte del Padre Mendizábal, podríamos titular una biografía suya: De la España poblada a la España vacía: Luis María Mendizábal, el Jesuita que optó por las periferias Share on X