Frente a las lógicas basadas en el dominio, la Doctrina Social de la Iglesia ha enseñado históricamente que estamos llamados a mantener una relación de cuidado del mundo y de los recursos que este nos ofrece. El desarrollo tecnológico y económico no puede hacerse contra la vida y contra el desarrollo integral de los seres humanos y los pueblos.
Un progreso desarraigado y desmadrado, basado en una explotación salvaje de la tierra solo lleva a la extenuación de los recursos, a la expulsión de los seres humanos, especialmente de los que son menos fuertes.