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Judaísmo (10): El libro de Números

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El libro de Números, el cuarto libro del Antiguo Testamento de la Biblia, se centra en el período de la travesía del pueblo de Israel desde el Monte Sinaí hasta las llanuras de Moab, en preparación para entrar en la Tierra Prometida.

El libro comienza con el censo de la población israelita y la organización del campamento alrededor del Tabernáculo. A lo largo del viaje, se enfrentan a desafíos, rebeliones y juicios divinos. La historia incluye la narrativa del envío de espías a la Tierra Prometida, la negativa del pueblo a entrar debido al informe desfavorable de la mayoría de los espías y la consiguiente condena a vagar por el desierto durante 40 años.

El libro también registra varias leyes y regulaciones, incluyendo las relativas al culto en el Tabernáculo, las ofrendas y sacrificios, y las normas para la vida comunitaria. Además, destaca la rebelión de Coré contra el liderazgo de Moisés, que resulta en juicios divinos.

Comienza el libro con las palabras “En el desierto del Sinaí, el Señor habló a Moisés”, las cuales resultan significativas porque es en el desierto donde se refleja la propia historia del pueblo que ha recibido la palabra de Dios. La intencionalidad profunda es mostrar la tensión entre el castigo y la salvación.

La antigua versión griega dio el nombre de Números al cuarto libro del Pentateuco porque empieza haciendo el «recuento» o censo de los israelitas un mes después de la erección del tabernáculo o tienda del encuentro. De hecho, el libro quiere ser la continuación del fin del Éxodo, interrumpido por el cuerpo legislativo del Levítico, que estaba destinado a regular el culto al Señor. En cierto modo, Israel tendrá códigos legales como los pueblos colindantes.

Posibles influencias: Los códigos legales del antiguo oriente

Entre los antiguos textos legales el más famoso es el llamado Código de Hammurabi, compuesto en Babilonia durante la primera mitad del siglo XVIII a.C. Estos textos legales constan de tres partes distintas:

1) prólogo;

2) colección de leyes, que constituye la parte más amplia del documento;

3) epílogo con bendiciones y maldiciones.

Los pactos de vasallaje en el antiguo oriente

El “pacto de vasallaje” es un compromiso bilateral entre un patrón y su súbdito que sellan un contrato de mutua ayuda y asistencia. Se han descubierto este tipo de tratados entre los hititas y en Ugarit (siglos XV-XIII a.C.). Todos se ajustan a un esquema general:

1) preámbulo: el rey se presenta como protector del súbdito;

2) prólogo histórico: se describen las relaciones entre las dos partes;

3) estipulaciones;

4) se enumeran dioses como testigos de lo pactado;

5) bendiciones para el que lo cumpla y maldiciones para el que no lo cumpla.

Peculiaridad de Números

El libro de Números, tomado entero, es una obra muy compleja. Contiene partes narrativas y otras legislativas. Existe, además, el cuerpo poético de los oráculos de Balaam, que tienen netamente un sentido de profecía. A pesar de esta diversidad de materiales que lo componen, no es difícil seguir las líneas generales del libro.

Hay una parte histórica, que es el itinerario del pueblo hacia la tierra prometida: los diversos fragmentos del libro de Números se agrupan siguiendo las etapas que llevan el pueblo desde el pie del Sinaí hasta las puertas de Canaan:

La primera etapa, aún en el Sinaí, está dedicada a presentar un orden ideal en el campamento de los israelitas en torno al tabernáculo (1,1-10,10).

En la segunda etapa, el pueblo se pone en camino y pasa cuarenta años en el desierto, hasta llegar al este del Jordán (10,11-21,35).

Una última etapa supone que el pueblo se encuentra en las llanuras de Moab, donde Moisés prepara la vida que el pueblo tendrá que llevar a la tierra prometida cuando habrá tomado posesión (cc. 22-36).

Primera etapa

En los primeros capítulos, el pueblo aparece organizado en torno al tabernáculo; desde allí la presencia gloriosa de Yahveh santifica a todos los israelitas. El autor sitúa a la tribu de Leví en el centro del campamento, alrededor de la tienda del encuentro; las doce tribus restantes (José cuenta como dos, parece que desaparece pero en realidad tiene dos, las de sus hijos: Efraín y Manasés) se distribuyen de tres en tres, en los cuatro puntos cardinales.

Teniendo en cuenta que la entrada del tabernáculo miraba al oriente, el autor coloca a Judá en el este del campamento y, así, cuando el pueblo se pondrá en camino, Judá abrirá la marcha (10,14-18), en lugar de Rubén, a quien correspondía como primogénito.

La razón por la cual Judá abre la marcha en lugar de Rubén, a pesar de que Rubén era el primogénito, puede relacionarse con Génesis 49, cuando Jacob pronuncia bendiciones y profecías sobre sus hijos antes de morir. En el versículo 3, Jacob le reprocha por un comportamiento inapropiado: «Inestable como las aguas, no serás el primero, porque subiste al lecho de tu padre, y entonces lo profanaste». Se refiere a que Rubén tuvo relaciones con Bilhá, una de las concubinas de Jacob (Génesis 35:22). Este acto fue considerado como una falta grave, y por eso Rubén no sería el primero en honor y posición.

En cambio, en Génesis 49:8-12, Judá recibe una bendición y una profecía favorable de Jacob. Se dice que Judá será alabado por sus hermanos y que los reyes vendrán de su descendencia. Esta profecía sobre la prominencia de Judá establece la base para la liderazgo de esta tribu en la narrativa posterior, como se observa en Números 10:14-18.

Por lo tanto, la decisión de que Judá abra la marcha en lugar de Rubén se basa en estas profecías y en las acciones pasadas de los hijos de Jacob, y refleja la voluntad divina y la planificación de Dios para la historia de Israel.

Cuando Juan Pablo II habló con los judíos de esa hermandad con los cristianos, se refirió a que son nuestros “hermanos mayores” y eso no gustó a algunos pues es frecuente en la Biblia que el primer hermano sea postergado con relación al segundo: Caín en relación a Abel, Esaú en relación a Jacob. Luego, Jesús seguirá con ese binomio en alguna de sus parábolas.

A continuación hay una sección especialmente dedicada a los levitas y al servicio que les corresponde hacer a la hora de transportar el tabernáculo (cc. 3-4), seguida por un grupo de leyes, en parte relacionadas con la santidad del campamento (cc. 5-6).

Después el relato vuelve atrás y explica varios hechos relacionados con el momento de la consagración del tabernáculo: las ofrendas hechas por las cabezas de las doce tribus, el encendido del candelabro, la dedicación de los levitas al Señor y la celebración de la Pascua. Finalmente se habla de la nube que indicaba cuándo el pueblo debía ponerse en marcha o cuándo debía detenerse (7,1-10,10).

Segunda etapa

La siguiente etapa se inicia con la partida del Sinaí (10,11-36). Siguen las narraciones sobre las murmuraciones del pueblo, el maná, las codornices y la elección de los setenta ancianos (cc. 11-12), que tienen muchas semejanzas con las del camino que había hecho el pueblo desde el paso del Mar Rojo hasta el Sinaí, tal y como aparece en Ex 16 y 18.

A continuación se explica el primer intento de entrar en Canaán y cómo, una vez explorada la tierra prometida, la generación que ha vivido el éxodo fracasa en el intento, por su desconfianza en el Señor (cc .13-14). Moisés vuelve a interceder por el pueblo, pero la promesa divina de entrar en la tierra no se cumplirá hasta pasados cuarenta años. El libro de los Números llena este largo período de tiempo con una recopilación de prescripciones diversas, y sobre todo con el relato de la rebelión del levita Coré, de los rubenitas Datan y Abiron y, finalmente, del pueblo mismo contra la autoridad de Moisés y Aarón (cc 15-17).

Completan estos materiales otra recopilación de prescripciones referentes a los sacerdotes y a los levitas y a la pureza ritual (cc. 18-19). El texto sigue después con la narración del progresivo acercamiento del pueblo a la tierra prometida.

Como había pasado anteriormente, algunas murmuraciones del pueblo marcarán su camino: la protesta en las aguas de Meribà (20,2-13) y nuevas murmuraciones por la falta de comida y bebida, castigadas con la picadura mortal de unas serpientes (21,4-9). Es otra vez la serpiente, que aquí será alzada de bronce, y causará la curación de todo el que la mira (la imagen que vemos en las farmacias, en otro momento nos hemos referido a la importancia de esa figura en muchas tradiciones religiosas y espirituales): quien mira esa imagen profética (para los cristianos, profética del árbol de la cruz con Jesús ofreciéndose) queda salvado.

También se explica la negativa del rey de Edom a permitir el paso de Israel por su territorio (20,14-21) y el encontronazo posterior con el rey cananeo de Arad: la victoria de los israelitas les permite continuar el camino sin entrar en el territorio de Edom (21,1-4.10-20). También Sehon, rey de los amorreos, se niega a dejar pasar a los israelitas, y este hecho provoca la conquista de su territorio, que abre el camino para apoderarse del territorio de Og, rey de Basán (21,21-35).

Última etapa

La última etapa tiene como centro el hecho decisivo de la entrada de Israel en la tierra prometida. Moisés, que ha conducido al pueblo hasta las llanuras de Moab, vive aquí sus últimos días y traspasa a Josué la guía del pueblo de Israel. En esta sección del libro de Números se pueden distinguir varias recopilaciones. La más notable es seguramente la de los oráculos de Balaam (cc. 22-24), un personaje conocido en las tradiciones de las regiones orientales de Judá, al que atribuían grandes poderes.

Conclusión

En conclusión, después de los 40 años de peregrinación, el pueblo de Israel se prepara para entrar en la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué y Caleb. Destaca la fidelidad de Dios a sus promesas, pero también señala las consecuencias de la desobediencia y la importancia de la fe y la confianza en Dios. El libro de Números presenta un relato de la travesía del pueblo de Israel, interpretando los acontecimientos históricos como guiados por la mano de Dios. Lo que podemos aprender sobre todo son sus lecciones espirituales, regulaciones legales y la fidelidad divina en medio de los desafíos del desierto.

Twitter: @lluciapou

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