Por Enric Barrull
La audiencia de RTVE acaba de dar la primera bofetada a la muestra de sectarismo que se ha llevado a cabo con los nombramientos en dicho ente, huyendo de los informativos de Televisión Española, que han perdido el liderazgo en este apartado. Todo alcanza un aspecto grotesco cuando se recuerdan las reiteradas exigencias de Podemos a Pedro Sánchez y su obsesión por el control de la radiotelevisión pública. El descrédito parece que empieza a ser mayúsculo.
Urge recuperar con hechos, no con eslóganes demagógicos, una radiotelevisión de calidad que sea verdaderamente de todos, y que cumpla con su función de servicio público en lugar de ponerse de forma tan burda al servicio de una determinada opción política.