Por José Morales
El presidente francés, Emmanuel Macron, acaba de demostrar que toda buena política debe comenzar por la prioridad de la lucha contra la pobreza. Al que la izquierda y los sindicatos llaman “el presidente de los ricos”, presentó un plan para erradicar la desigualdad en una generación. Se calcula que en Francia existen nueve millones de pobres, de los cuales tres millones son menores de edad.
Las iniciativas presentadas suponen una inversión de ocho mil millones de euros y se desarrollan con medidas tales como aumentar el número de guarderías en barrios marginales, ampliar la educación obligatoria hasta los 18 años, sufragar el desayuno gratuito para los colegios en zonas de integración social, racionalizar y unificar las actuales subvenciones, crear un servicio público de integración laboral para los parados de larga duración o dar prioridad a la inserción laboral de los jóvenes.