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El riesgo de la eutanasia

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Holanda y Bélgica son los países pioneros en la regulación legal de la eutanasia (en el sentido de eutanasia activa y suicidio asistido). Siempre se han puesto como modelo a seguir por los partidarios de legalizar estas prácticas (no confundir con los cuidados paliativos ni con el concepto de muerte digna, perfectamente legales en nuestro país y muchos otros).

Sin embargo, parece que empiezan a surgir algunos problemas en la forma de interpretar la normativa que, en determinados supuestos, otorga a los médicos la capacidad, casi ilimitada, de decidir cuando conviene practicar la eutanasia y provocar la muerte, incluso por encima de la voluntad del enfermo o de sus familiares (o a veces en connivencia con la familia, que considera una molestia y una carga cuidar de un enfermo durante los últimos años de su vida).

El diario «El País» del pasado 11 de noviembre de 2018 informaba del primer caso de eutanasia practicado a una mujer de 74 años que será llevado a juicio por parte de la Fiscalía holandesa por una aplicación muy subjetiva (y peligrosa) de la ley aprobada en 2002.

Esta señora sufría un tipo de demencia senil y había firmado, años antes, cuando estaba lúcida, una declaración que decía que en el caso de ser ingresada en una residencia para pacientes con enfermedades como la suya quería que le aplicaran la eutanasia. Eso sí, dejó escrito que ella decidiría el mejor momento para hacerlo. La doctora geriatra que la atendía optó por poner un barbitúrico en el café cuando la paciente ya no tenía capacidad de decisión. Consideró que era «inútil» preguntarle a ella, puesto que ya lo había decidido por escrito años antes. El medicamento no hizo efecto previsto inicialmente, y ella se despertó muy nerviosa cuando se lo estaban administrando, agitando los brazos. La familia la sujetó hasta que se calmó y la doctora continuó el tratamiento hasta que la señora murió.

Los hechos son de hace más de dos años. En realidad, según informó «El Mundo» en su día (26 de enero de 2017), la comisión regional correspondiente ya acordó que se había procedido sin el «cuidado debido», y que la declaración de voluntad que había hecho la mujer en su día no era categórica sino contradictoria. Sin embargo, la doctora creyó que la paciente vivía un sufrimiento innecesario y que ya no era mentalmente competente, y por tanto, que había llegado el momento de terminar con su vida. La doctora no fue nunca apartada de su trabajo, y cuando fue analizado su caso, ya se había jubilado. Ahora será juzgada y podría ser condenada a hasta 12 años de prisión.

En Holanda, las cifras oficiales de eutanasia llegan a las 150.027 personas al 2017. El 4,4% de las muertes registradas en ese país son por eutanasia.

En España se tramita en Las Cortes un proyecto similar a la ley holandesa de 2002.

Por si acaso alguien decide que un día sufro un dolor insoportable (aunque para evitar eso ya están los cuidados paliativos), físico o mental, que quede claro que no tengo ninguna intención de firmar nunca una declaración similar a la de esta señora. Lo dejo aquí escrito y que sirva como prueba si fuera necesario. No quiero firmar un papel y después arrepentirme cuando ya sea tarde.

Quiero morir cuando me toque, no cuando otro lo decida por mí. Que nadie me ponga cianuro en el café, gracias.

Artículo publicado en el Blog Cave Canem de J.M. Silva

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