Por Jesús Martínez Madrid
Nigeria es un país especialmente dramático para la minoría cristiana.
Pienso que como cristianos, más concretamente como católicos, es nuestra obligación moral seguir rezando por los hermanos perseguidos y seguir clamando, con los obispos, para que Nigeria no caiga en el olvido de la comunidad internacional y, de esta forma, se pueda poner fin cuanto antes a una barbarie que parece no tener fin.