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España necesita la unidad de los Cristianos

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Vivimos en una España polarizada, donde el debate político se ha convertido en un campo de batalla y donde cada cuestión pública se lee en clave de “bandos”. Esta dinámica —alimentada desde los grandes partidos y amplificada por los medios y las redes sociales— está erosionando el bien común y creando una cultura de sospecha mutua. Bajo la presión del enfrentamiento continuo, muchos cristianos han optado por retirarse: “mejor no meterse en política”, “todo está perdido”, “no queremos problemas”.

Pero la retirada nunca fue una opción para los discípulos de Cristo. La fe cristiana nació para encarnarse en la historia, no para esconderse en las sacristías. Somos llamados a ser sal y luz, y la sal que se guarda, se vuelve insípida; la luz que se oculta, se apaga.

Mantengamos la calma. En tiempos de polarización extrema, sólo la unidad de los cristianos, al margen de los partidos, puede volver a dar a nuestra sociedad un nuevo punto de encuentro: el Bien común.

La política —entendida en su sentido más profundo, como el arte de construir una sociedad justa— no pertenece solo a los partidos, ni es propiedad exclusiva de quienes gritan más fuerte. La política es también participación ciudadana, defensa de la dignidad humana, presencia activa en la vida cultural, educativa, social y económica. Es ofrecer nuestra voz allí donde se decide cómo convivimos.

Gran ejemplo de ello nos ha dejado con su vida Manuel Fernández (o «Manolo Provida», como lo conocían los más cercanos) con una vida de entrega en defensa de los más vulnerables, de los no nacidos, de las madres solteras, de las mujeres que habían pasado por el trauma del aborto, uniendo a todo un pueblo como Mairena del Alcor en defensa del bien común, sin importar las ideologías.

Los cristianos no podemos permitir que otros definan la sociedad sin nosotros, pues sería un grave pecado de omisión. No podemos renunciar a proponer —con respeto y firmeza— la visión del hombre que brota del Evangelio. Hoy más que nunca, España necesita cristianos que tiendan puentes, que trabajen por el bien común, que actúen con libertad interior y sin miedo a las etiquetas.

Mantengamos la calma. En tiempos de polarización extrema, sólo la unidad de los cristianos, al margen de los partidos, puede volver a dar a nuestra sociedad un nuevo punto de encuentro: el Bien común.

Esto exige abrir caminos nuevos: plataformas ciudadanas, asociaciones (como la nuestra, a la que os animamos a colaborar sin coste ni compromiso aquí), redes profesionales, grupos de reflexión, iniciativas culturales, espacios de diálogo… formas de presencia pública que no dependan de la lógica partidista y que permitan ser una fuerza incluyente y propositiva en la sociedad civil.

No se trata de conquistar poder, sino de servir a la verdad y al bien común. De volver a ser un fermento de unidad, de esperanza y de sentido. De recuperar la convicción de que la fe tiene algo real y luminoso que aportar a la vida social, como podemos ver en La Corriente Social Cristiana, la Asamblea Por la Vida o NEOS, o, a nivel Europeo, En movimientos como One of Us o Sallux

Sin duda, hacer «lobby» desde Asociaciones en las que 80 ó 100.000 personas sean tenidas en cuenta, será siempre una opción mucho mejor (y con menos tentaciones) para los cristianos, que involucrarnos directamente en los partidos políticos y en sus luchas de poder.

Hoy, más que nunca, España necesita cristianos que no huyan de la política, sino que la humanicen. Porque, si nosotros no somos luz ni sal en medio de nuestra sociedad… ¿quién lo será?

Daniel Fernández

Asociación Cristianos en Democracia.

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