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Generación Silver (I)

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Nunca me han gustado los dentistas. Lo primero que tuve era un amigo de mis padres. Era un poco chapucero y en una de las intervenciones le mordí el dedo. Siempre me lo reprochaba. Se llamaba Ramón, como yo.

El segundo, yo ya emancipado, fue un compañero y amigo de la facultad. Él era mayor que yo, ya era dentista y decidió compaginar el trabajo con el estudio de Filología y nos conocimos en la facultad. Fui a su consultorio. Era un hombre rápido, con prisa. Yo siempre me mareaba. Decidió tener una botella de coñac en el consultorio. Cuando yo iba antes de empezar el trabajo me hacía beber un trago para prevenir el desmayo. Se llamaba Ramón, como yo.

El tercero era más joven, media generación por debajo de mí, muy tranquilo y templado, gran conversador, risueño… Le avisé de que el primer dentista le había mordido y con el segundo me desmayaba… «Tranquilo, que no te pasará nada de eso». ¡Y así fue! Consiguió que abriera la boca y le dejara trabajar con tranquilidad: nunca lo mordí ni nunca me desmayé. Todo un éxito. Manitas de plata. Se llama Antoni Maria. Quizás al no decirse cómo yo funcionó mejor… ¡Lástima que ya se haya jubilado!

He recordado todo esto al leer la entrevista que ha hecho La Vanguardia a mi dentista, Antoni Maria Lluch, donde habla de la generación silver, esa generación a la que pertenecemos muchos de nosotros, los baby-boomers, los nacidos a mediados de los años 40 y 60 del siglo pasado, esta generación que ya estamos en la «tercera temporada de la serie de nuestra vida, sin guión, llena de oportunidades y debemos hacerlo con plenitud» y que hay que tener presente que llegará «la cuarta temporada, aquella en que las habilidades físicas y mentales empiezan a declinar. Es crucial aceptar que el tiempo es finito y prepararnos para mantener la calidad de vida… y no tener miedo a la muerte». Nos recuerda que debemos tener hábitos saludables, mantener la independencia y tener un propósito o una motivación que nos haga levantarnos con ilusión todos los días.

Las características de las personas de la generación silver son únicas y se distingen de las otras generaciones por la experiencia, la independencia, la adaptabilidad, el bienestar… Y si hay que destacar algunos aspectos son estos: la perseverancia, ya que vivieron acabada la guerra lo cual hizo que tuvieran que luchar para tirar adelante (Steve Jobs estaba convencido de que «la diferencia entre una persona exitosa y una sin éxito, es la perseverancia»); una visión a largo plazo, lo que hace que no se desanimen para conseguir objetivos lejanos; el dominio de las herramientas tecnológicas y sus avances: compran online, pagan con el móvil, tienen todas las apps’s necesarias…; tener un buen estado físico y mental, lo que les hace positivos, con vitalidad y deseos de vivir, que resuelvan situaciones imprevistas y no se asusten para cuando llegue la «cuarta temporada»… Esto hace que sea un grupo demográfico de valor incalculable para la sociedad en general.

Antoni Maria Lluch nos recuerda que la edad es sólo un número, que hoy nos sentimos más jóvenes de lo que somos, que no coincide la edad cronológica con la biológica. Hoy, cuando yo me miro en el espejo pienso: «¡Pues… no soy tan viejo! Si no fuera porque en el autobús y en el metro todo el mundo se levanta para dejarme sentar cuando entro y tengo que sentarme para no hacer quedar mal a quien se ha levantado…».

El doctor Lluch nos dice que es muy importante aceptar la situación actual y que uno es tan joven o viejo como se siente. Que la edad está ligada a una actitud, no a un número. Como decía Henry Ford: «Cualquier persona que deja de aprender es vieja, tenga ya 20 u 80 años. Cualquier persona que sigue aprendiendo se mantiene joven y lo importante en la vida es tener siempre la mente joven». Son personas maduras, personas que nunca caerán en el Síndrome de Peter Pan tan habitual hoy en día en gente de mediana edad.

Todo esto lo explica muy bien el doctor Antoni M. Lluch en su libro Generación Silver: Un nuevo estilo de vida, ¡ahora empieza lo mejor! Lluch nos cuenta aquí muchas de las cosas que expone en su sitio web sobre la generación silver y nos inspira a gestionar nuestro tiempo y escribir nuestro propio guion de vida, enfrentando los desafíos con la serenidad y la fortaleza de un estoico. Como él ha hecho un posgrado de filosofía sabe lo que es un estoico, pero ¿cómo afronta la vida un estoico?

Un estoico fundamenta su vida en que el cosmos está gobernado por una ley o razón universal que determina el destino que no puede controlar y solo puede resignarse. La felicidad solo la conseguirá mediante el dominio y control de las cosas y las situaciones, con tolerancia, autocontrol y sabiduría de saber aceptar la vida, en cada momento, tal y como se nos presenta sin dejarse dominar por el deseo de placer, de recompensa o el miedo al dolor. Para ellos el único bien que importa es la virtud, ese hábito por el que hacemos todo acto bueno con perseverancia. Hoy se ha aguado un poco este concepto genérico y se entiende por estoico aquel que es indiferente al dolor, al placer, a la pena o a la alegría, o también aquel que reprime los sentimientos y aguanta con paciencia todo lo que le pase.

Hace unos años vi un blog que hablaba a los abuelos y a la gente mayor de situaciones con las que nos podemos encontrar las personas jubiladas. Lo primordial es no traumatizarnos por la jubilación y ser conscientes de que jubilar viene del latín iubilare que significa estar contento, dar gritos de alegría… Cuando llegamos a la jubilación «tenemos que seguir haciendo nuestra vida con autonomía. No podemos olvidar que ante todo somos personas (mujer y hombre) y como tales debemos seguir cultivando nuestras aficiones; tampoco podemos olvidar que seguimos siendo un matrimonio (mujer y marido) con todas las mismas responsabilidades derivadas de este compromiso; y seguimos siendo padres (y suegros) de nuestros hijos (si bien a una distancia distinta de cuando los teníamos pequeños) y abuelos de nuestros nietos».

Y seguía hablando sobre la terminología, las edades de la gente mayor: «Antes se tenía claro quién era viejo, anciano o vetusto. Pero hoy esta terminología no es válida ya que detrás de ella se esconden conceptos como enfermo, dependiente, inactivo, improductivo… todo lo que se asocia a una vida contraria a las cosas que hoy ensalza la sociedad: juventud, fuerza, salud, dinero… Se ha levantado la voz contra los estamentos oficiales y las academias para que revisen las definiciones y los conceptos y no los asocien a una edad determinada, puesto que no se consideran ni viejos, ni ancianos y –mucho menos– ¡vetustos!». Sencillamente, somos gente madura, somos… ¡la generación silver!

Una consecuencia clara debe ser que la gente mayor, seamos o no abuelos, no podemos sentirnos como una carga para los hijos ni los hijos pueden olvidar a los abuelos a la que se llama la zona de aparcamiento. Las personas mayores necesitamos un equilibrio afectivo en el entorno familiar, diferente al que teníamos con los hijos en casa, pero que no podemos dejar de cultivar por parte de todos los que formamos la gran familia.

Debemos ser capaces de enfocar la vida en este sentido, y vivirla de acuerdo con lo que el psicólogo Martin Seligman llama la “psicología positiva”: «¿qué puedo hacer todavía yo con mis recursos, capacidades y potencialidades…?». Esto es lo que hace el doctor Lluch: «me dedico a actividades que me apasionan, como la escritura, la lectura, la fotografía, mi jardín, escribir en mi blog o tocar el piano».

Muchas veces hay quien sueña lo que hará cuando se jubile, pero no lo prevé ni lo prepara y lo soñado se convierte en una fantasía irrealizable. Cuando a una persona le llega el tiempo de la jubilación, debe pensar y preparar qué hará el primer día de jubilado, qué hará al día siguiente del último día de ir al trabajo y cómo rellenará las ocho horas de «trabajo» que tenía hasta entonces… ¡a no hacer nada!

La jubilación nos conduce a redefinir nuestra identidad. El doctor Jaume Arnau, sofrólogo, sostiene que el individuo debe conocer de forma vivencial su propia conciencia para que así pueda aprender a reconocer la causa de sus estados de ánimo y potenciar su propio bienestar físico y psíquico: «Si una persona es capaz de conocer cuál es su estado emocional, podrá gestionarlo. Si no lo sabe, actuará sin tenerlo en cuenta».

Quien no prepara esta situación con tiempo le llega la “muerte civil” ya que las relaciones van ligadas al mundo del trabajo y hay quien cae en la “depre”, en el insomnio, en la hipertensión… ¡Debemos tener claro que la jubilación nos retira del empleo, pero no de la vida activa! ¡Tenemos que socializar!

¿Y qué puede hacer un silver para socializar? «Como al cesar la actividad habitual se desata de su entorno profesional, esto le puede llevar al aislamiento. Para socializar, es importante salir y realizar actividades que interesen, donde se pueda conocer a otras personas con intereses similares. Es importante saber gestionar el tiempo entre la familia y en actividades que nos apasionen. Se puede vivir la vida en el pueblo donde la comunidad es más cercana y solidaria, donde hay vecinos que te conocen y se preocupan por ti, donde se pueden realizar a pie las actividades diarias y el moverte facilita el ejercicio físico…».

Después de estas consideraciones sobre la generación silver, el doctor Lluch nos da tres consejos: «Primero, ser conscientes de la oportunidad que tenemos en esta nueva etapa para llevar a cabo lo que nos ilusiona. Segundo, no dejar que la familia, la sociedad o uno mismo nos limiten. Tercero, tener siempre un propósito o motivación que nos atraiga y dé sentido a nuestro día a día». Todo esto lo podremos experimentar si entramos en el blog donde nos habla de la generación silver.

En resumen: Que nos quede claro que para un silver su primera preocupación debe ser la de establecer unas determinadas actividades para llegar a tener un empleo diario y profundo y no acabar con una verdadera preocupación por sentirse inútil.

¡Debemos tener claro que la jubilación nos retira del empleo, pero no de la vida activa! ¡Tenemos que socializar! Share on X

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