A mediados de 2018, el gobierno danés desveló su intención de diseñar y llevar a cabo una contundente política para luchar contra la expansión de «guetos» de inmigrantes musulmanes, llamados eufemísticamente «no europeos». La legislación que lo ha de hacer posible fue aprobada por el Parlamento danés el pasado mes de noviembre.
Se trata de un plan que llama la atención por su dureza, a pesar de ello la Unión Europea por el momento no se ha pronunciado al respecto. Todo lo contrario de lo que sucede con otros países que han actuado con contundencia contra la inmigración, como por ejemplo la Hungría de Viktor Orban.
¿En qué consiste el plan danés?
El gobierno de Copenhague, liderado por el liberal Lars Lokke Rasmussen, afirma querer «poner fin a las comunidades paralelas de una vez por todas». Para conseguirlo, el Ejecutivo se ha fijado el objetivo de que en 2030 no quede ningun «gueto» en Dinamarca.
Los medios que el gobierno prevé utilizar son igual de contundentes que el objetivo de su política: derribo de viviendas oficiales, traslado forzado de los habitantes a otros lugares del territorio danés, imposición de penas el doble de altas por los crímenes cometidos en uno de los 29 guetos identificados, prohibición de enviar a los hijos a los países de origen de los padres durante las vacaciones (por considerarse «viajes de re-educación» islámica) y obligación de escolarizarlos desde el año de edad, o reducción de las ayudas sociales de sus habitantes.
En total son 22 medidas contenidas en un plan llamado «Una Dinamarca Sin Sociedades Paralelas. Hacia Gueto 2030 «.
A diferencia de lo que sucede en otros países europeos, el centro-derecha danés ha adoptado una línea claramente conservadora y desconfiada del Islam. Sorprende particularmente el hecho de que el jefe del gobierno que ha propuesto el plan contra los guetos sea del Partido Liberal.
Según The Guardian, Copenhague tiene miedo de seguir la vía de Suecia, país donde la violencia vinculada a inmigrantes y demandantes de asilo ha aumentado de forma alarmante en los últimos años, hasta el punto de que los servicios de emergencias suecos no se atreven a penetrar por determinados barrios de Estocolmo o Malmö por miedo a sufrir ataques.
Por otra parte, los liberales daneses encaran sus últimos meses de legislatura. El centro-derecha teme el auge de la extrema derecha, el Partido Popular Danés, fuerza política de la que ha obtenido apoyo para aprobar el plan contra los guetos.
¿Son realmente iguales todos los Estados Miembros de la UE?
A pesar de que el plan es conocido desde hace meses, ningún organismo europeo ha levantado la voz contra Dinamarca. Algo que parece explicarse en parte por el hecho de que se trata de un país de Europa Occidental, considerado como uno de los más desarrollados y equitativos de la Unión. No en vano el ex presidente catalán Artur Mas insistía que el objetivo de Cataluña debía ser convertirse en «la Dinamarca mediterránea».
Por otra parte, la formidable Comisaria de la Competencia Margrethe Vestager, del mismo partido político que el primer ministro Rasmussen, está particularmente bien considerada en Bruselas. En definitiva, para la UE Dinamarca es un país «responsable», incluso cuando se trata de limpiar guetos.
En cambio, Hungría, país de Europa del este recientemente incorporado a la Unión, recibe constantemente críticas de las instituciones europeas, hasta el punto de que el Parlamento Europeo intentó hace unos meses retirar su derecho de voto en el Consejo de la UE (sin éxito, ya que el Consejo no obtuvo la mayoría necesaria para aprobar la medida).
Por ejemplo, Hungría ha aprobado, también en 2018, una ley que castiga con penas de prisión a las personas que ayuden a inmigrantes en situación irregular.
Lo más paradójico es que el Parlamento Europeo intentó castigar a Hungría por «amenazar los valores fundamentales europeos». Cuesta creer cómo el mismo argumento no sería aplicable en Dinamarca, si este país sigue adelante con una política similar.