Hace unos días el conocido sacerdote católico francés Jacques Philippe, impartió un retiro espiritual en el colegio Chesterton de Meco, Madrid. Sus libros, llenos de sabiduría espiritual y consejos prácticos para la vida diaria, han inspirado a numerosas personas en su búsqueda de una vida más plena y en comunión con Dios.
Desde ForumLibertas hemos tenido la ocasión de charlar con Jacques Philippe. Le hemos pedido una serie de consejos para vivir la fe y educar a los hijos en el seno de la familia. La respuesta de Philippe destaca por su enfoque claro y directo. Invita a la reflexión y a la conversión personal. A continuación nos hacemos eco de la traducción al español de sus palabras:
“Creo que lo más importante es invitar al Señor a nuestra casa. Yo diría que nuestra vida de familia no es simplemente una realidad humana o social, es algo más. En el corazón de la familia se tiene que acoger esa presencia de Dios, es decir, crecer juntos en la fe.
Para ello, es muy importante que los miembros de la familia tengan momentos de oración personal. Pero también es necesario orar juntos, momentos de oración en familia. La educación a la oración es algo importante para los niños pequeños.
Yo me centraría en pilares fundamentales: la oración, acoger el misterio de Dios en nuestra vida, la participación en la vida de la iglesia, la eucaristía, y los sacramentos.
Por otro lado, creo que una familia aislada no es algo bueno. La familia necesita sentirse como algo más grande, necesita participar de la familia de la iglesia y por tanto beneficiarse de las ayudas, enseñanzas y la asistencia fraternal que se pueden vivir en una comunidad cristiana.
Hay tres cosas especialmente necesarias en la vida de familia:
- Todo lo humano: el amor unos por otros, el preocuparse unos de otros, el servicio…
- Acoger a Dios en la oración con confianza: confianza en la providencia. Podemos tener preocupaciones que afectan a nuestra familia pero es importante saber confiar estar preocupaciones a Dios. Es primordial vivir esta confianza en la providencia y abandonarse sin preocuparse por el mañana o por el futuro. De este modo, el clima familiar no se hace opresivo porque se vive con esperanza cuando se entregan a Dios todos nuestros problemas.
- La dimensión del perdón: la familia está hecha por gente humana. Por tanto, hay que saber acoger las miserias de cada uno de los miembros de la familia; hay que saber pedir perdón unos a otros y saber perdonarse.
Estas tres premisas son las que pueden permitir a una familia vivir y crecer en Dios.”
En el corazón de la familia se tiene que acoger esa presencia de Dios, es decir, crecer juntos en la fe. Share on X