Para distinguir a la mujer paraguaya como “La más gloriosa de América Latina”, creo que el papa Francisco habrá conocido historias como la de mi Mamá, una paraguaya heroica, que por amor genuino y apasionado vivió su vocación al matrimonio con total abnegación e inquebrantable fidelidad a su esposo; y especialmente, porque, sin importarle el qué dirán ni la falta de recursos, crió a diez hijos, llevando a la práctica la cristiana generosidad y la apertura a la vida que propuso el beato Papa Pablo VI, en la Encíclica Humane Vitae.
Eligió la profesión de maestra, con la que colaboró durante más de 30 años en la educación de centenares de ciudadanos; y también, aprendió el oficio de costurera. Ambos trabajos le permitieron dar sustento a su familia. Mediante su firme convicción encontró la manera de alcanzar su sueño, el de tener una casa propia.
Mi madre es un alegato, para los jóvenes, de que con Amor y Fe pueden ser superadas hasta las dificultades más grandes que nos presente la Vida.
Como Ella hay muchas mujeres admirables en este país, cerca nuestro, en distintas realidades: ¡Viva la Mujer Paraguaya!… y también… ¡Larga vida al hombre que la sabe valorar!.