El relato de la sanación del ciego Bartimeo es el último milagro de curación narrado por Marcos (10,46-52). Sólo en este pasaje y en el episodio de Jairo (cf. 5,22), Marcos cita nombre de personas fuera del relato de
El episodio tiene lugar a la salida de Jesús de Jericó (heb. “Lugar fragante”) que es una antigua ciudad situada en el valle del Jordán (Dt 34,1-3), a unos
Era tanto el grito (gr.“krázo” cf. Mt 8,29; 9,27; 14,26.30; 15,22.23; 20,30.31; 21,9.15; 27,23.50; Mc 3,11; 5,5.7; 9,24.26; 11,9; 15,13.14; Lc 4,41; 9,39; 18,39; 19,40; Jn 1,15; 7,28.37; 12,44) del ciego que “Varias personas lo reprendían. Pero él gritaba con más fuerza: ¡Hijo de David, ten compasión de mí!” (Mc 10,48). El verbo “reprender” (gr. epitimáo) también significa “ordenar, mandar, amonestar, censurar, prohibir”. Entre más reprendían al ciego con más fuerza gritaba. El deseo de ser sanado era tan fuerte que no obedecía ninguna palabra que no viniera de Jesús.
Luego de ser reprendido por las personas del lugar, Jesús se detuvo y dijo que lo llamaran. Los que momentos antes le habían dicho que se callara lo llamaron y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Te llama” (Mc 10,49). Un dato bien importante y consolador para todos nosotros se refiere al hecho de que fuera de este versículo en los Evangelios el que proporciona “ánimo, valor y confianza” (gr. dsarséo) es únicamente Jesús (La palabra ánimo se encuentra 8 veces (Mt 9,2.22; 14,27; Mc 3,21; 6,50; 10,49; Lc 21,28; Jn 16,33).
Al llamado del Señor el mendigo se despojó de lo único que tenía que era su manto. El despojarse del manto (gr. himation) significa que quería estar más ágil (cf. Mt 24,18; Hch 7,58) y le servía de manta durante la noche (Ex 22,25s; Dt 24,12s; Mt 5,40). Jesús al verlo venir hacia Él le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mc 10,51). La misma pregunta que Jesús le hace al ciego también se la hizo a Santiago y Juan (Mc 10,36) con la diferencia que la pretensión de los dos apóstoles es ambiciosa mientras que la del ciego es de fe.
A la pregunta de Jesús, Bartimeo le responde: “Rabbuní que vea” (Mc 10,51). Recordemos que “Rabbuní” es una exclamación más fuerte y confiada que el simple Rabbí y Rab, significa “mi Señor”, “mi Maestro”. Este término se encuentra únicamente en Jn 20,16 en boca de María Magdalena. Jesús al observar la fe del ciego, el despojarse de lo único que tenía que era su manto le dice: “Vete, tu fe te ha salvado” (Mc 10,52). La misma expresión de Jesús la encontramos con la hemorroisa (Mt 9,22; Mc 5,34; Lc 8,48), la pecadora pública (Lc 7,50) y el leproso (Lc 17,19). Al recobrar la vista Bartimeo, dice el evangelista: “Y le seguía por el camino” (Mc 10,52). El verbo “seguir” (gr. akolouzeô) utilizado por Marcos también denota “acompañar” y “estar en el mismo camino”. Bartimeo como consecuencia del poder ver se agregó a los otros peregrinos de la comitiva. Lucas por su parte añade “Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios (Lc 18,43).
Actualización:
La curación del ciego Bartimeo refleja la forma de cómo seguir a Jesús. Hay personas que quieren ser su discípulo pero no saben cómo acercarse a Él. Veamos algunas características de ese encuentro lleno de regocijo:
. En primer lugar el discípulo no es pasivo, se encuentra a la “orilla” del camino esperando que pase Jesús.
. Para tener un encuentro con el Señor es indispensable la oración, Bartimeo gritaba, nuestro grito es el silencio del corazón para que Dios nos hable.
. Debemos despojarnos de todo lo terrenal, teniendo a Jesús lo tenemos todo, el ciego sabía eso, por eso se despojó de su manto.
. La alegría debe ser una característica de todo aquel que ha conseguido al Señor, por eso el ciego brincó de la emoción.
. El que quiera seguir a Jesús que se lo pida. El ciego le dijo “Que vea” y al momento su ceguera desapareció.
. Es indispensable la fe, sin ella nada podemos, el señor le dice a Bartimeo “Tu fe te ha salvado”.
Muchas veces, queridos hermanos, andamos por la vida con la seguridad que vemos perfectamente y no nos hemos dado cuenta que somos unos verdaderos ciegos. Nuestro orgullo, las ansias de tener, la falta de perdón, la falta de tiempo y la poca disposición para el Reino de Dios nos hace ser unos Bartimeo.
Nuestras familias necesitan del encuentro con Jesús para que en ellas reine el amor y todos podamos ver y hacer un mundo mejor.
Orlando Segundo Carmona (Venezuela),
Licenciado en Administración de Empresas y Teología, y diplomado en Ciencias Bíblicas
1 Comentario. Dejar nuevo
Gracias, por la enseñanza, me pare una escena un poco parecida por alla en 2 reyes 4: donde Eliseo insistió rigurosamente de seguir a Elias..
Dos echos diferentes pero con la misma comnotacion!!🙏🙏🙏