Por JD Mez
El soberano alauita, el rey Mohamed VI, no deja de visitar países africanos para ofrecer sus escuelas islámicas oficiales a la formación de imanes moderados como instrumento de lucha contra el terrorismo. Pero ya sea “tutelar”, ya “controlar”, es evidente que son muchas las mezquitas clandestinas en las que resulta demasiado fácil la predicación del radicalismo. Además de la indispensable colaboración de Marruecos, deberían ser las propias asociaciones islámicas radicadas en España las primeras en alertar a las autoridades de cualquier signo de radicalismo. Resulta obvio que por razones de idioma y de conocimientos de tantos matices en la interpretación del Corán según las diversas doctrinas islámicas, España no parece aún preparada para descubrir a los predicadores capaces de convertir a pacíficos ciudadanos en peligrosos terroristas.