El título de esta carta está tomado, a la letra, de un texto publicado hace unos días por Manuel Alfonseca en su blog, y que, por lo significativo de su contenido, no me resisto a recoger y comentar.
Con tan llamativo título, Alfonseca, escribe que la ecología es la ciencia que estudia las relaciones mutuas entre los seres vivos que habitan en un territorio determinado. Y los científicos que la practican se llaman ecólogos.
Por contra, «el ecologismo no es una ciencia, sino una ideología. Las personas que la practican (los ecologistas) no son científicos, sino activistas político-sociales«.
Explica que los creadores de esa ideología escogieron ese nombre porque puede llevar a confusión, para aprovecharse del prestigio social de la ciencia, y, en fin, «para ganar votos».
Aunque -dice- hay excepciones, «muchos ecologistas son bastante ignorantes respecto a la ciencia ecológica» que se supone desean aplicar en sus políticas cuando consiguen el poder. Pero las consecuencias de dichas políticas «son a menudo contraproducentes e incluso trágicas». Y cita un ejemplo que me parece muy gráfico.
Al lado de la ciudad de Isla Cristina (Huelva) comienza una de las playas más hermosas y largas de España, de más de 15 kilómetros, que termina en Punta Umbría, la playa de Huelva, con la única interrupción de la desembocadura del río Piedras.