El Papa Francisco ha puesto en valor en el rezo del Ăngelus de este domingo que âla gratitud, el reconocimiento, es en primer lugar un signo de buenos modales, pero tambiĂ©n es una insignia del cristiano. Es un simple pero genuino signo del reino de Dios, que es el reino del amor gratuito y generosoâ.
El obispo de Roma realizĂł ese comentario cuando citaba los versĂculos 40 y 42: «Quien a vosotros recibe, a mĂ me recibe, [âŠ]. Y todo aquel que dĂ© de beber tan sĂłlo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños [âŠ] no perderĂĄ su recompensa». Dios es generoso: La generosa gratitud de Dios Padre tiene en cuenta hasta el mĂĄs pequeño gesto de amor y servicio a nuestros hermanos y hermanas. Es una gratitud contagiosa que nos ayuda a cada uno de nosotros a mostrar gratitud hacia aquellos que se preocupan por nuestras necesidadesâ.
En ese sentido, el obispo de Roma subrayĂł la donaciĂłn generosa de sĂ mismo afirmando: âMuchos servicios se hacen gratis. Piensa en el voluntariado, que es una de las cosas mĂĄs grandes que tiene la sociedad italiana. Los voluntarios… Y cuĂĄntos de ellos han dejado sus vidas en esta pandemia. Se hace por amor, simplemente por servicioâ.
Gratitud y tomar en serio «las exigencias del Evangelio»
En el contexto del Evangelio de Mateo 10, 37-42, Francisco explicĂł que âJesĂșs pide a sus discĂpulos que tomen en serio las exigencias del Evangelio, incluso cuando esto requiere sacrificio y esfuerzoâ.
De esta afirmaciĂłn se desprenden tres planteamientos para aquellos que quieren seguirle: situar el amor a JesĂșs por encima del amor familiar; seguir a JesĂșs implica cargar con la propia cruz y la libertad que surge la renuncia a sĂ mismo, permite experimentar la generosidad y gratitud de Dios.
En referencia al versĂculo 37, el PontĂfice considera que «el que ama a su padre o a su madre, [âŠ] a su hijo o a su hija mĂĄs que a mĂ, no es digno de mĂ», explica que «JesĂșs ciertamente no pretende subestimar el amor a los padres y a los hijos, pero sabe que los lazos de parentesco, si se ponen en primer lugar, pueden desviarse del verdadero bien. Lo vemos: algunas corrupciones en los gobiernos, vienen precisamente porque el amor al parentesco es mayor que el amor al paĂs y ponen a los familiares a cargo».
El Papa plantea una posible situaciĂłn de contraste e insiste: âCuando, por el contrario, el amor a los padres y a los hijos estĂĄ animado y purificado por el amor del Señor, entonces se hace plenamente fecundo y produce frutos de bien en la propia familia y mucho mĂĄs allĂĄ de ellaâ.
En este contexto, el Papa nos invita a tener presente un detalle importante que ya aparece en el Evangelio: âRecordemos tambiĂ©n cĂłmo JesĂșs reprocha a los doctores de la ley que hacen que a los padres les falte lo que necesitan con el pretexto de darlo al altar, de darlo a la Iglesia. ÂĄĂl les reprocha! […] El verdadero amor a JesĂșs requiere el verdadero amor a los padres, a los hijos, pero si desde el principio buscamos el interĂ©s de la familia, esto siempre nos lleva por el camino equivocadoâ.