Cada día más ávido se vuelve mi interés por hacerles ver a muchos de los que tienen que dar ejemplo en la sociedad, de su petulancia ante los múltiples problemas que hay que solucionar y que quieren desfigurar con vacías y necias palabras.
Se percibe única y exclusivamente lo recóndito de una nación a través de sus ciudadanos, los honestos, luchadores, los que cada día de forma anónima sin esperar la aprobación de nadie, sino cumpliendo con su obligación y responsabilidad en su puesto de trabajo, consiguen que el país esté en pleno desarrollo.
En esta etapa que vivimos de forma intensa y demasiado deprisa, no da tiempo para recrear en nuestras memorias los hechos más relevantes que acontecen y que están haciendo que nuestra sociedad no vaya guardando esos cimientos fundamentales, para el resurgimiento de una nueva época.
¿Dónde está el respeto, el diálogo, el perdón y la reconciliación entre los diferentes pensamientos para poder avanzar?
¿Es posible que con el odio, la venganza y la mofa a los contrarios, consigamos paz y bienestar?