En esta sociedad nuestra, envejecida, la política no puede dar la espalda a los problemas sociales que van apareciendo. La soledad se ha convertido en una enfermedad social de primer rango, un problema de salud pública. Es una enfermedad que atenaza sobre todo a las personas mayores y que acrecienta su vulnerabilidad. En España un veinte por ciento de la población vive sola, unos cuantos millones de personas.
El Congreso de los Diputados instaba al Gobierno y a las Comunidades Autónomas a crear una Estrategia Nacional contra la soledad mediante una proposición no de ley del PP que ha gozado de amplio apoyo. Según los últimos estudios, la soledad crónica aumenta el riesgo de mortalidad y está asociada a problemas cardiovasculares, neurodegenarativos y de obesidad, entre otros.