Respecto al Brexit, el presidente del Consejo se ha puesto la venda antes de la herida y ha apuntado que es posible que no haya acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido en el plazo fijado, entre otras razones por la delicada situación de Theresa May en el seno de sus propias filas. Pero tanto los británicos como los representantes de la Unión saben que eso sería catastrófico.
En cuanto a la política de inmigración, las miradas se centran en la actitud que mantendrán los llamados países de Visegrado ante el Plan de la Comisión de reforzar el programa Frontex y la negativa de checos y eslovacos, que prefieren recibir el dinero directamente.
Lo cierto es que si los miembros de la Unión no consiguen concertar una política común ante el desafío de las migraciones, será el propio proyecto el que se asomará al abismo.