Ante este periodo largo de zozobra, inestabilidad e intereses varios por parte de nuestros valedores políticos, la ciudadanía aguza los oídos y no queda ciega ante lo real, negando creer lo increíble.
Al escribir o al hablar hay que preservar, cuidar con esmero, las ideas con pocas y adecuadas palabras. Las palabras subsisten, viven independientes, mientras que la forma de pensamiento se fija a través de la palabra, del lenguaje.
En lo más íntimo de muchos miles de ciudadanos, desaprueban de lo político, la intransigencia, lo irrefutable….y sobre todo la poca transparencia. Atroz tarea de desencanto
. Desfallecidos, seguimos buscando con toda la fuerza y esperanza la quintaesencia.
Se nos presenta, en esta nueva etapa que se inicia, un panorama cochambroso completo de intrigas, enfrentamientos por el poder, distanciamientos entre las diferentes formas de entender lo que somos cada uno de los pueblos que integramos nuestra gran y maravillosa España. Si no se actúa en la coherencia en nuestros intereses comunes, fundamentalmente en los económicos ante una crisis mundial que se nos avecina, estaremos perdidos y la situación empeorará en exceso. Aunamos esfuerzos para que nuestro país alcance la estabilidad y no vivamos sumidos en la incertidumbre y en la espantosa deuda que llevamos encima.
¿Pero cómo se consigue esto en una sociedad apartada del pensamiento puro y por lo tanto de la palabra aquietada?
Si procuramos mantenernos libres a la hora de enseñar y transmitir al pueblo, para que cada uno busque lo real y verdadero, sin ofender a su contrario…otro gallo nos cantaría en nuestra sociedad.
