Bulgaria y Macedonia, dos países de mayoría ortodoxa, son los últimos destinos confirmados en la lista de viajes del Papa para 2019. Salvo Panamá, donde Francisco participará en la Jornada Mundial de la Juventud, estos viajes están marcados por el diálogo. Resulta evidente en el caso de su visita en febrero a Emiratos Árabes Unidos, y la de unas semanas después a Marruecos, otro país de mayoría musulmana.
El Papa ha expresado también su deseo de visitar Mozambique, añadiendo a la gira seguramente Madagascar. Y quiere ir a Japón, el país al que, siendo un joven jesuita, sus superiores no accedieron a enviarle por motivos de salud. Se especula, a la vez, con otros posibles destinos en 2019, ninguno de ellos precisamente cómodo para un hombre que, justo hace un mes, cumplía los 82 años y que, ironías de la vida, asegura que nunca le gustó viajar.