También es aniversario de la ejecución del sacerdote Pedro Golubev (1938), glorificado como mártir por la Iglesia ortodoxa rusa.
Otros dos mártires franciscanos de Granollers
Después de que el 31 de julio fueran asesinados dos franciscanos menores conventuales en Granollers (Barcelona), siguieron otros dos, igualmente beatificados en 2001: Miguel Remón Salvador, de 28 años -como los anteriores, turolense de Caudé-, y Alfonso López López, de 57 y de Secorún (Huesca). El segundo hizo los estudios eclesiásticos en Italia. Tras su ordenación sacerdotal, estuvo tres años de confesor en el Santuario de Loreto (1912-1915) y pasó el resto de su vida en Granollers como docente y director espiritual. El más joven, hermano profeso, ingresó en la orden en Granollers, pero luego marchó a Italia e hizo la profesión solemne en Loreto, donde permaneció un par de años prestando diversos servicios en la basílica. Regresó a Granollers en 1935. Juntos fueron fusilados en Samalús (municipio de Cànoves i Samalús, Barcelona).
Ejecutado por llevar un Nuevo Testamento
Patricio Beobide Cendoya (Alejo Andrés como hermano de La Salle), de 47 años, guipuzcoano de Azpeitia y beatificado en 2013, había hecho sus votos perpetuos en 1917, trabajando en numerosos centros y como subdirector de la revista Vida y Luz. Era director de la Escuela de Chamberí, de la que se apoderaron los milicianos en 19 de julio, momento en que pidió permiso para llevarse alguna ropa y así sacó la Eucaristía, sin que le cachearan. Se hospedó en una casa amiga y una pensión, hasta principios de agosto, cuando dos milicianos le detuvieron al pasar por la calle Cisne (hoy Eduardo Dato). Le registraron y vieron que llevaba un ejemplar del Nuevo Testamento. Uno de los milicianos lo tiró al suelo y fue a pisotearlo, pero el hermano Alejo lo impidió afirmando: «No consentiré que este libro sea profanado. Aplástame las manos si te atreves». El otro miliciano gritó: «¡Es un cura!». Se lo llevaron y fue fusilado en Torrejón de Ardoz.
Le tendieron una trampa para acusarlo de espía
Andrés Avelino Gutiérrez Moral, de 49 años, burgalés de Salazar de Amaya y beatificado en 2013, ingresó en 1903 en el noviciado de la Congregación de la Misión, fue ordenado sacerdote y estuvo de 1917 a 1930 en Tardajos (Burgos), de 1930 a 1933 en Orense, y desde entonces en Gijón. El 3 de agosto le llamaron por teléfono preguntando si estaba en el puerto el crucero (el Cervera, que estaba en manos de los nacionales). La contestación, en la que dio detalles sobre la presencia del barco y sus características, sirvió para que media hora después unos milicianos le detuvieran acusándole de complicidad con el Cervera. El coche en el que le llevaban se detuvo a poca distancia de Villaviciosa, en el monte de San Justo, según los detalles que dio uno de los milicianos, apellidado Fraisón, en la posguerra. El padre Gutiérrez «iba hablando solo» (rezando), mientras subían pasando la Venta de la Rana. Cuando los del comité de El Llano, presidido por un hombre apellidado Campanal, se cansaron, en Sariego, lo fusilaron, sin darle tiro de gracia: «Que sufra y se…». Nadie se paró a auxiliarle, aunque sí para robarle el reloj. Transportaron su cadáver en el carro de recoger basura de Villaviciosa.
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