fbpx

El pasado Domingo de Ramos, mientras millones de cristianos celebraban esta importante fecha religiosa, el pueblo de Zikke, en el estado de Plateau, Nigeria, fue atacado por pastores fulani armados, dejando al menos 56 personas muertas y miles de desplazados. Este nuevo episodio de violencia en Nigeria ha sido duramente criticado por el obispo Matthew Hassan Kukah, de la diócesis de Sokoto.

Para el obispo, este ataque no es un hecho aislado, sino otra masacre que se suma a un patrón constante de ataques a comunidades cristianas.

En menos de una semana, hemos perdido casi doscientas vidas en todo el país», lamentó.

El obispo denunció que «los arroyos de sangre han fluido desde diferentes direcciones»,  mencionando localidades como Jos, Dogo Na Hawa, Bukuru, Gwong, y muchas más. Según informes, los terroristas «dejaron cadáveres de mujeres, niños y ancianos en hogares que incendiaron al salir del pueblo».

Críticas a la falta de estrategia del gobierno nigeriano

El obispo Kukah también arremetió contra el gobierno, asegurando que no existe una estrategia clara para combatir a los grupos terroristas.

Aquellos que deberían haber actuado parecen haber tomado la droga tranquilizante de la complacencia”, expresó.

«El dolor, la brutalidad y la barbarie no son suficientes para despertarnos de nuestro letargo», dijo el obispo, subrayando la indiferencia ante los asesinatos masivos.

Desde 2009, los cristianos en Nigeria han sido blanco de ataques por parte de Boko Haram, con el objetivo de establecer un califato islamista en la región del Sahel. A este grupo se han sumado otras organizaciones extremistas como ISWAP (Estado Islámico en África Occidental) y los pastores Fulani armados.

De acuerdo con la ONG cristiana Intersociety, más de 20.000 cristianos han sido asesinados por Fulani en la última década, especialmente en el sureste de Nigeria.

Inacción del gobierno y permisividad con los extremistas

El presidente Bola Tinubu aseguró que había ordenado una investigación sobre los ataques, pero Emeka Umeagbalasi, presidente de Intersociety, manifestó serias dudas:

Es difícil ver cómo un gobierno puede luchar contra un sistema que ejecuta su propia agenda”.

Criticó que mientras los yihadistas fulani portan armas automáticas como AK-47 y AK-49, los campesinos cristianos tienen prohibido portar armas para defenderse.

Por eso los matan—los sacrifican como aves de corral”, denunció.

Umeagbalasi calificó la situación como “espeluznante” y condenó la impunidad total: «Ninguno de los perpetradores ha sido detenido. Arrestan a inocentes con nombres cristianos, acusándolos falsamente».

Tanto el obispo Kukah como Umeagbalasi han instado a la comunidad internacional a tomar medidas.

La única manera de responsabilizar a los líderes nigerianos es que la Unión Europea y el gobierno de Estados Unidos designen a Nigeria como país de especial preocupación”, afirmó Umeagbalasi.

También pidió que los grupos Fulani armados y jihadistas sean reconocidos como entidades de particular preocupación, dada la magnitud de las atrocidades cometidas.

La persecución religiosa en Nigeria continúa, mientras el mundo observa con indiferencia.