La misión de investigación parlamentaria francesa para estudiar la futura ley bioética acaba de finalizar, tras unas sesenta audiciones, más de 150 oradores, muchas horas de debate y un solo incidente notable. Han pasado por la Asamblea Francesa científicos, médicos, representantes de asociaciones y grupos de presión, para explicar a la veintena de miembros de la misión el estado de la investigación o las opiniones sobre temas tan complejos como la inteligencia artificial, la genética, la investigación con células madre o la neurociencia: “en un ambiente de extrema cortesía”, a juicio del presidente, Jean-Louis Touraine, diputado por el Rhône (de La République en marche, el partido de Macron). Se espera su informe para finales de noviembre, con el resumen del trabajo realizado y las recomendaciones para el proyecto de ley, que se va retrasando lógicamente.
El gran tema que sigue suscitando una gran división es la PMA (Procreación Médica Asistida): mi impresión es que se ampliará en el proyecto, a pesar de las dificultades no sólo éticas sino de técnica jurídica que plantea; pero la presión es muy fuerte, también con estereotipos y descalificaciones de los contrarios, acusados de homofobia… Desde luego, Emmanuel Macron no tiene inconveniente en que se alarguen las discusiones, para evitar la fuerza de una oposición tipo Manif pour tous, que tanto horadó los planteamientos de François Hollande, en el anterior quinquenio presidencial. Por esto, el ejecutivo ha creado un nuevo grupo de trabajo, compuesto por diputados y senadores, que comenzará su trabajo a partir del informe de la misión parlamentaria, en intento de elaborar un proyecto definitivo que procure el consenso en los temas aún conflictivos. No se cumplirá así el calendario previsto: presentar el texto en otoño al Consejo de Estado, para ser examinado por la Asamblea Nacional a principios de 2019.