A quien eligió la fecha para conmemorar a los mĆ”rtires del siglo XX en EspaƱa le perdió el magnetismo de Paracuellos, ya que todavĆa no hay ninguna vĆctima de la Revolución EspaƱola que fuera asesinada precisamente ese 6 de noviembre de 1936 (fecha de la huida del Gobierno republicano de Madrid y en consecuencia de la aceleración de las matanzas masivas) y que haya sido beatificada.
Para conmemorar la fecha, invito al lector a ver el siguiente documental que hice sobre Butovo, elĀ Paracuellos ruso:
En Grecia y TurquĆa se conmemora el martirio de san Pablo de Constantinopla (350); en Japón se conmemora al beato sacerdote agustinoĀ TomĆ”s de San AgustĆn Kintsuba Jihyoe (1637). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado a seis mĆ”rtires de esta fecha: el obispo Lorenzo Knyazev, el arcipreste Lorenzo PorfiryevĀ y el conde Alejo Neydrardt
(los tres de 1918), el sacerdote religioso Aretas Mitrenin (1932, glorificado como confesor), el sacerdote NicolƔs Nikolsky (1937) y el sacerdote Pedro Bogorodsky (1938).

āAsesinados en masa por el mero hecho de ser cristianosā
En la encĆclica Divini Redemptoris, el papa PĆo XI habĆa seƱalado como particularidad de la Revolución EspaƱola el que Ā«ha matado a un gran nĆŗmero de seglares de toda clase y condición, asesinados aĆŗn hoy dĆa en masa, por el mero hecho de ser cristianos o al menos contrarios al ateĆsmo comunistaĀ».
El bando vencedor eligió como arquetipo de esas matanzas a las de Paracuellos (retratadas aquĆ en el cuadro de Mariano Yzquierdo y Vivas que esconde -mĆ”s que conserva- el Museo del EjĆ©rcito). Se dirĆa que la elección del 6 de noviembre es una continuación de ese tópico.
Naturalmente, las de Paracuellos de Jarama fueron las matanzas mÔs numerosas. Pero convertirlas en icono de la Revolución tiene dos inconvenientes, en mi opinión:
1) Induce al error de considerar que las matanzas tuvieran algo que ver con la situación militar: vienen los nacionales y no podemos llevarnos a los presos, son peligrosos, luego los matamos. Al margen de que pudiera haber algo de verdad en ello, el argumento parece verosĆmil, luego quienes quieran enmascarar las matanzas, lo usarĆ”n hasta la saciedad. Carrillo me contó una variante de esa argumentación, aƱadiendo fantasĆas sobre bombardeos y un pueblo de Madrid airado y sediento de venganza que, para cualquiera que conozca mĆnimamente los hechos, resultan ridĆculas.
2) Lleva a echar balones fuera, en concreto hacia Rusia (la URSS). En ellas influyeron los consejeros soviéticos. Pero estos intentaron desde su comienzo mitigar, y ante la imposibilidad de hacerlo, al menos camuflar, la Revolución. Es decir, cuanto mÔs responsabilidad tuvieran en Paracuellos los soviéticos, menos revolucionarias eran estas matanzas.
ĀæPor quĆ© entonces la elección de Paracuellos? Por ser de hecho matanzas revolucionarias y las mĆ”s numerosas. Sin duda por eso los eclesiĆ”sticos eligieron esta fecha para conmemorar a los mĆ”rtires, sin reparar en los peros citados. En los polĆticos, quizĆ” haya influido tambiĆ©n el carĆ”cter Ā«blanquinegroĀ» de estas matanzas: las vĆctimas son en ellas Ā«muy buenas e inocentesĀ», pues salen amarradas de cĆ”rceles; y los ejecutores son Ā«muy malos y culpablesĀ» porque matan en masa. En el fondo, son menos trĆ”gicas, menos duras de tragar, que aquellas en las que un hermano despelleja vivo a su hermano: perdonamos a un bando sus crĆmenes eligiendo los menos crudos, y asĆ esperamos que a cambio Ā«olvideĀ» (en el sentido en que RenĆ© Girard se refiere a la sociedad fratricida-no cristiana) los crĆmenes del bando vencedor.
Pero, volviendo a PĆo XI, entonces se pierde de vista lo que, ya no refiriĆ©ndose a los martirios de cristianos, sino a la situación en general, llamaba mĆ”s la atención del Papa en septiembre de 1936: Que los hermanos, católicos, se estaban matando entre sĆ. Renunciamos a predicar la necesidad de la conversión de unos y otros.
Conclusión: las dos cosas que mĆ”s importaban a PĆo XI han caĆdo en saco roto. Porque se conmemora de tapadillo a los mĆ”rtires sin decir cuĆ”l es la horrorosa situación por la que hay que hacer penitencia; y porque se les conmemora un dĆa que, en mi opinión, no es el mĆ”s indicado… Pero menos es nada. Y ahora, a falta de uno muerto ese dĆa, elijamos como mĆ”rtir del 6 de noviembre a uno nacido en Bellver de Cerdanya (Barcelona) el 6 de noviembre de 1860: don JoaquĆn de la Madrid, Ā«padre de los hĆŗerfanosĀ», cuya historia resumĆ en este post sobre Toledo, ciudad martirial.
Puede leer la historia de los mÔrtires en Holocausto católico (Amazon y Casa del Libro).
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