Durante la pandemia, la traslación al ámbito virtual de muchas de esas interacciones que no podían hacerse en persona supuso un importante reto para las personas sordas. Para ellas, “la expresión corporal y facial, las miradas o el contacto” son “como la entonación”. Se perdía gran parte del caudal comunicativo que sí permite el contacto personal directo.
Este desafío interpelaba directamente a las redes sociales y, según explica la experta en comunicación digital para personas sordas Miriam Iribertegui, no todas estuvieron a la altura. “A raíz de la pandemia, se han multiplicado los servicios que obvian los requerimientos de las personas sordas en materia de comunicación y redes sociales”, apunta en las conclusiones del trabajo final presentado en el máster de Comunicación Digital y Nuevas Tecnologías de la Universitat Abat Oliba CEU.
Iribertegui, a la que, como persona sorda, le tocó vivir esta situación, aprecia que detrás de este olvido está la falta de concienciación y visibilidad del colectivo de personas sordas. “Durante la pandemia hubo una incapacidad para comunicar mensajes a receptores de la comunidad sorda”. Y, si esta imposibilidad para recibir información es grave en circunstancias normales, más lo fue en unas condiciones en las que disponer de referencias fiables era más importante que nunca, explica.
Según apunta en su estudio, la inaccesibilidad de muchos contenidos difundidos a través de redes sociales no se debe, en la mayoría de los casos, a la ausencia de recursos técnicos, sino al hecho de que las personas sordas no son tenidas en cuenta.
El caso de los contenidos de audio es paradigmático: “somos quinientos millones de personas sordas en el mundo, pero la mayoría de contenidos de audio no están subtitulados”, denuncia Iribertegui.
Falta concienciación, no recursos técnicos
Hay prioridades que están al alcance de la mano desde el punto de vista técnico. Sólo hace falta una mayor concienciación respecto del colectivo de personas sordas. Entre los requerimientos técnicos que podrían implementarse ya en cualquier contenido digital, Iribertegui señala los siguientes: “subtitulación, transcripción, buena iluminación, exclusión de ruidos raros y buena visibilidad de la expresión facial”. Respecto a esto último, insiste en las interferencias que generó el uso de mascarillas en los contenidos digitales.
Por el tipo de contenidos que trabajan, considera que las redes con más potencial comunicativo para personas sordas son, actualmente, Instagram, Tik Tok y YouTube. Si bien es cierto que, en España, todavía van algo “retrasadas” en el trabajo y viralización de contenidos adecuados para la comunidad de personas sordas.
Signantes y oralistas
En el trabajo, (‘Estudios sobre la digitalización de las personas sordas con IC y Signantes en tiempos de COVID-19: los olvidados de todos’) también se detiene a distinguir entre oralistas y signantes en lo que se refiere al grado de exclusión que sufren. Afirma que los signantes “tienen más fuerza y poder en las redes sociales que las personas sordas oralistas”. Para explicar esta situación, cita a Sacks cuando alude al hecho de que “dentro del heterogéneo mundo de las personas con discapacidad, los usuarios de la lengua de signos son quizás las únicas que han definido su diferencia en términos de minoría lingüística e identitaria”.
Sin embargo, sobre el colectivo de los signantes pesa más la amenaza del Síndrome de Privación Lingüística. Y es que, en redes sociales, las lenguas de signos son “contempladas como algo inferior a las lenguas habladas o ni siquiera se cree que sean un idioma propiamente dicho”, apunta Iribertegui.
Iribertegui ha desarrollado una trayectoria profesional en empresas e instituciones como el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña, Helefante, Wonder World Media, Gremi de la Fusta i el Moble, Venture Electrics, V3rtice y Restauraniza. Ahora, con el máster en Comunicación Digital y Nuevas Tecnologías de la Universitat Abat Oliba CEU pretende acentuar su rol como community manager en la gestión de redes sociales. Su TFM ha sido dirigido por el director del grado en Periodismo de la UAO CEU, Juan Francisco Jiménez.