El profesor Robert P. George, McCormick Professor de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton acaba de hacer pública la carta que ha hecho llegar al fiscal general William Barr. En concreto, se trata de una consulta al fiscal general de los Estados Unidos acerca de la aplicación de las leyes vigentes sobre obscenidad, preguntando si el Departamento de Justicia considera que estas leyes son aplicables a la pornografía en línea.
En su carta, el profesor Robert P. George expone que «cuando se promulgaron esas leyes sobre obscenidad, su finalidad era prohibir la transferencia física de material obsceno. Sin embargo, a medida que la tecnología ha avanzado, el mercado de esos materiales se ha ido alejando de los lugares físicos, indiscutiblemente regulados por esas leyes, para pasar a Internet en forma de pornografía online. Aunque la web del Departamento de Justicia incluye documentos que confirman que la ley de obscenidad se aplica al material online, me parece que el Departamento de Justicia no está actuando en consecuencia.»
A continuación Robert P. George explica un fenómeno que es común a los Estados Unidos y a nuestro contexto:
«Como todo el mundo sabe, la industria de la pornografía online ha crecido exponencialmente. Ha habido un aumento dramático en la producción y distribución de pornografía ilegal. Los hoteles, las compañías de televisión y los distribuidores de pornografía en Internet venden regularmente pornografía en la que se muestran temas horribles como violación de adolescentes, incesto, asalto sexual, tráfico sexual y esclavitud, asfixia, esclavitud e incluso pornografía en dibujos animados dirigida a niños menores de edad. El racismo y la misoginia campan a sus anchas. Un niño de 13 años con un smartphone tiene ahora acceso ilimitado a su propio teatro personal de horrores sexuales.
Numerosas evidencias demuestran el grave daño causado a los niños y jóvenes expuestos a la pornografía; cada vez más, los estudios encuentran que el daño se causa también a los adultos. La exposición a la pornografía puede afectar al desarrollo y funcionamiento del cerebro, contribuir a enfermedades emocionales y médicas, configurar una excitación sexual desviada (por ejemplo, el uso de pornografía animal y/o infantil), así como conductas sexuales problemáticas o perjudiciales, como las conductas sexuales perjudiciales entre niños (que se producen en escuelas, patios de recreo, hogares u otros entornos).
Investigaciones recientes indican que la pornografía es potencialmente adictiva desde el punto de vista biológico, lo que significa que el usuario requiere más novedades, a menudo en forma de material más impactante, para quedar satisfecho. Esta adicción lleva a un aumento del consumo de pornografía sobre conductas sexuales de riesgo, degradación extrema, violencia, animales e imágenes de abuso sexual infantil (es decir, pornografía infantil).
Como resultado, 15 parlamentos estatales han aprobado resoluciones que declaran la pornografía como una «crisis de salud pública». La proliferación de pornografía online y la gran dificultad de filtrarla para que los niños y los jóvenes no estén expuestos a ella es una cuestión que preocupa cada vez más al público, y en particular a las familias»
1 Comentario. Dejar nuevo
Por supuesto, que es una crisis de salud pública, sobre todo mental y familiar.
Esspero que algún día se tome cartas en el asunto de forma efectiva, por todos pero ¡sobre todo por los niños y jóvenes!