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Rihanna, vestida de monja, la peor enemiga de la mujer

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Rihanna, con una toca de monja. Queda claro que el pecado y la publicidad de moda es faltar al respeto a cualquier indicio de catolicismo.

La reciente portada de Interview Magazine, donde la cantante Rihanna aparece vestida con una toca de monja católica, es un ejemplo claro de esta tendencia ordinaria e irrespetuosa que parece haber normalizado ciertos círculos de la industria del marketing y la publicidad.

Un ataque irreverente

La imagen de Rihanna, con su traje de monja abierto en el pecho  y con gestos desafiantes, es más que simplemente una elección estética. Es un ataque irreverente y descarado hacia las creencias religiosas de millones de personas. ¿De dónde nace la obsesión por sexualizar las representaciones religiosas? 

¿Por qué es aceptable atacar y ridiculizar las creencias católicas, mientras que otros temas se consideran intocables y sagrados?

Ofende a quienes practican la fe católica

El título de la entrevista, «Rihanna está lista para confesarse», es una burla directa a un sacramento importante dentro del catolicismo, la confesión. 

La industria de la música tiene un papel importante en la formación de la cultura y la opinión pública. Por lo que esta elección de palabras no es accidental; es una clara provocación destinada a generar controversia y atención, valiéndose de ofender a quienes practican la fe católica.

Es una realidad incuestionable que el cristianismo es objeto constante de ataques y burlas en los medios de comunicación y la cultura popular. Desde caricaturas irrespetuosas hasta comentarios despectivos, la fe cristiana parece ser el blanco perfecto para aquellos que buscan ganar notoriedad o causar controversia.

Pero ¿por qué se permite esto?

¿Por qué la crítica al cristianismo se considera aceptable mientras que cualquier comentario sobre el color de la piel se tilda inmediatamente de racismo y se enfrenta a una ola de indignación?

Doble vara de medir

La respuesta radica en una doble vara de medir profundamente arraigada en nuestra sociedad.

Mientras que la corrección política y la sensibilidad hacia temas como la raza han ganado terreno en los últimos años, las creencias religiosas parecen estar exentas de esta misma consideración.

Se nos dice una y otra vez que debemos ser respetuosos y tolerantes con las diferencias culturales y étnicas, pero al mismo tiempo se nos inocula que la crítica y la ridiculización de las creencias religiosas son ejemplos de libertad de expresión y creatividad.

Pero esta discrepancia es injusta e inaceptable. Atacar al cristianismo no es simplemente un ejercicio de libertad de expresión, sino un acto de intolerancia y falta de respeto grave.

Si somos capaces de reconocer que los comentarios o acciones que perpetúan estereotipos raciales son perjudiciales y ofensivos, ¿por qué no aplicamos el mismo estándar a las burlas y ridiculizaciones religiosas? ¿Por qué la industria de la publicidad permite esta doble moral? 

Rihanna es  una destacada figura que ha abogado por la igualdad y el empoderamiento de las personas de tono de piel oscuro. Su impacto en la lucha contra la discriminación racial ha sido significativo, pero su elección de vestirse como monja para promoción de su trabajo demuestra una severa incoherencia de sus acciones. 

Rihanna, la peor enemiga de una mujer

Es inaceptable que Rihanna menosprecie la elección de vida de otra mujer, la vocación a la vida consagrada. Al hacerlo, no solo ha insultado a la fe cristiana, sino que también desprecia la dedicación, servicio y el compromiso de las mujeres que han entregado su vida a la vocación religiosa.

La peor enemiga de una mujer, en este caso, es otra mujer.

Rihanna humilla públicamente el derecho de las mujeres a seguir su propia vocación, sea cual sea.

Es inmoral que una mujer que ha levantado la bandera de la igualdad y la no discriminación ahora se convierta en perpetradora de la intolerancia y el menosprecio hacia otras mujeres. 

Rihanna es responsable del mensaje que envía al mundo. Pero parece ser que Rihanna ha olvidado que la libertad de expresión no es sinónimo de libertad para ofender y se ha sumado al pecado de moda.

Parece ser que Rihanna ha olvidado que la libertad de expresión no es sinónimo de libertad para ofender y se ha sumado al pecado de moda. Share on X

 

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Cuando se nada en las sucias aguas de la vulgaridad y la chabacanería hay que echar mano de lo que sea para destacar y que el mundo del espectáculo te tenga en cuenta.
    He visto la foto. No me parece que se haya disfrazado así con la intención de ofender. En realidad está tan fea que se ofende a sí misma.

    He y leído un poco por encima la entrevista, que no tiene ningún interés, pero curiosamente, hay un momento en refiere a dios (lo pongo en minúscula porque así está en el texto de la entrevista):

    OTTENBERG: Sick. How many more kids do you want?
    RIHANNA: As many as god wants me to have.
    OTTENBERG: Okay. But more than two?
    RIHANNA: I don’t know what god wants, but I would go for more than two. I would try for my girl. But of course if it’s another boy, it’s another boy.

    Ignoro si se cachondea o lo dice en serio.

    Sea como sea, disfrazarse de monja y parodiar el sacramento de la confesión es una falta de respeto, que además no solo le sale gratis sino que la reporta publicidad. Sin embargo, no creo que se atreva a ponerse un burka escotado a la altura del pecho y decir que hará la entrevista de cara a la Meca. Más que nada porque a partir de entonces sus días de estupideces estarían contados.

    En fin, creo que lo mejor sería pasar de tales mamarrachadas.

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