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¿Se puede justificar la violencia desde el Antiguo Testamento?

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El lector primerizo del Antiguo Testamento se sorprende al encontrar hechos y expresiones muy duras, atribuidos a Yahvé. ¿Cómo compatibilizan los cristianos la lectura de estos textos con la revelación de un Dios que es todo amor? ¿Cuáles son hoy las tendencias hermenéuticas más habituales? Básicamente hay dos: una más literalista, otra más simbólica. Pero hoy en día casi nadie lee estos textos al pie de la letra.

Jaime Vilarroig Martín

La sensación de que el Dios del Antiguo testamento puede parecer cruel es algo que ya vieron algunos cristianos de los primeros siglos. Pero en lugar de excluir los pasajes difíciles o directamente todo el Antiguo Testamento (Marción), el cristianismo optó por mantener dichos textos intentando extraer de ellos alguna enseñanza positiva.

Cruel parece el sacrificio que Yahvé pide a Abraham (Génesis cap. 22). Nada menos que sacrificar al único hijo que había tenido de su mujer anciana y estéril. Pero si Dios le pide hoy a un cristiano la vida de su propio hijo ¿debería el cristiano aprestarse a degollar al fruto de sus entrañas por un mandato divino? Evidentemente no.

Cruel parece la reacción de Moisés tras bajar del monte Sinaí con las tablas de la ley al descubrir que el pueblo de Israel se había fabricado un becerro de oro y le rendía adoración (Éxodo cap. 32). Moisés entregó el ídolo al fuego, mezcló sus cenizas con agua e hizo que los idólatras bebieran el brebaje. A continuación pasó a cuchillo a más de 3000 israelitas apóstatas. ¿Debería el cristiano pasar a cuchillo a los apóstatas del cristianismo? Evidentemente no.

Cruel parece el mandato de Yahvé realizado a Saúl por boca del profeta Samuel de exterminar absolutamente (herem) a todo el pueblo de Amalec, incluidos mujeres, niños y animales (1 Samuel, cap. 15). Pero más cruel parece la reacción de Samuel, quien al comprobar que Saúl no había cumplido puntualmente el encargo de exterminarlo absolutamente todo degüella él mismo al rey de Amalec. Entonces, ¿creen los cristianos que Dios puede pedir exterminar a un determinado pueblo, incluyendo mujeres y niños? Por supuesto que no.

Texto lateral: el sacrificio de Isaac, el becerro de oro o las guerras de exterminio son ejemplos de la supuesta crueldad en la Biblia.

 

Los críticos contemporáneos de la religión recurren a menudo a la violencia del Antiguo testamento para reforzar sus críticas a la religión. Para R. Dawkins, en una cita que se ha hecho viral,el Dios del Antiguo Testamento es, sin duda, el personaje más desagradable en toda la ficción: celoso y orgulloso de ello; un mezquino, injusto, implacable maniático del control; un vengativo, limpiador étnico sediento de sangre; un misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, filicida, pestilente, megalómano, sadomasoquista y acosador caprichosamente malévolo” (El espejismo de Dios, cap. 2).

C. Hitchens califica al Antiguo testamento de “pesadilla”, y califica a su Dios de “carnicero” (Dios no es bueno, cap. 7). Para Sam Harris, otro de los cuatro jinetes del ateísmo moderno, “no hay acto de crueldad por horrendo que sea que no pueda justificarse, u ordenarse, con sólo recurrir a la Biblia” (El fin de la fe, cap. 2).

Para otro ateo famoso del área francófona, Onfray, el Dios judío esun Dios único, belicoso, militar, implacable, dirigiendo la lucha sin piedad, capaz de aniquilar a los enemigos sin compasión, espoleando a sus tropas (…) En la totalidad del planeta hay una cantidad considerable de personas que viven, piensan, obran y conciben el mundo a partir de estos textos que llevan a una carnicería generalizada” (Tratado de ateología, Cuarta parte, II, cap. 2.).

Texto lateral. El ateísmo del siglo XXI se basa en una lectura literal de estos pasajes para acusar a la religión de violencia.

 

¿Qué tendencia revelan todas estas interpretaciones hechas por los críticos de la religión?

Pues revelan la tendencia de una lectura literal de la Biblia que hoy en día ningún cristiano hace en serio. Dicho de otra manera: así como se llaman fundamentalistas aquellos que hacen una lectura literal del Antiguo Testamento, como si todo hubiese sido dictado literalmente por Dios, estos autores contrarios a la religión argumentan interpretando también literalmente la Biblia: y a la postre resultan más fundamentalistas que el más fundamentalista de los creyentes.

Ya los primeros teólogos cristianos hacían una interpretación simbólica de estos pasajes tan crueles. Lo cual no significa que no pasara lo que cuentan, en sus líneas generales, sino que lo que allí pasó no se puede entender como órdenes directas para el presente. La exégesis medieval sintetizó los cuatro sentidos de la escritura en un famoso dístico: las letras enseñan los hechos (sentido literal), la alegoría lo que has de creer (sentido alegórico), la moral lo que has de hacer (sentido moral) y el sentido espiritual hacia donde debes tender.

A partir de la reforma protestante, al eliminar la tradición (la cadena de interpretaciones) y basarse únicamente en la Biblia como fuente de autoridad, apareció una tendencia al literalismo que aún perdura a día de hoy. Véase algunos intentos significativos en este sentido de explicar literalmente lo que dice la Biblia en el libro de Paul Copan (Is God a moral Monster? Making sense of the Old Testament God, Baker Books, 2010).

Pero las tendencias de la teología cristiana contemporánea van por otro lado.

Por ejemplo, está la tendencia del cristianismo a leer la Biblia como un todo: entender los pasajes difíciles a la luz de los pasajes claros. En el fondo es un principio de cualquier hermenéutica. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, la lectura de los pasajes más crueles debe ser hecha a la luz de los pasajes donde la crueldad es condenada con dureza. Porque si de estadísticas se trata, hay más condena de la violencia que mandato de ella en el Antiguo Testamento.

Por ejemplo, cuando Caín mata a Abel recibe inmediatamente la reprensión de Yahvé y la condena explícita de todo acto violento que conlleve el derramamiento de sangre inocente (Génesis, cap. 4). No es sólo que a Yahvé no le gusta que Caín mate a su hermano, sino que la sangre de Abel está “clamando justicia en el cielo”.

Otro ejemplo: cuando Jacob, establecido ya en Egipto, bendice a sus doce hijos antes de morir (Génesis, cap. 49), declara lo siguiente de dos de ellos: “Simeón y Leví son como fieras que atacan siempre con violencia. No quiero estar con ellos, ni andar en su compañía, porque en un arranque de enojo mataron gente y despedazaron toros. ¡Maldita sea su furia! ¡Maldita sea su crueldad!”. ¿Cabe condena más explícita de la violencia?

Otra de las tendencias de siempre en el cristianismo ha sido la de leer el Antiguo Testamento como una revelación progresiva del rostro auténtico de Dios, que solo se da de modo pleno en el Nuevo Testamento.

Aunque solo fuera porque la Biblia no es un libro solo, sino una biblioteca entera escrita a lo largo de muchos siglos. Es decir: no todo está dicho desde el principio sino que Yahvé se va adaptando pedagógicamente a la capacidad de comprensión de sus oyentes. Hay que conocer un poco de historia de las religiones antiguas para percatarse de que las “crueldades” de Yahvé no lo son tanto en comparación con lo que se daba fuera de Israel.

Por poner el ejemplo más conocido: hoy resulta chocante que Yahvé mande aquello de “ojo por ojo y diente por diente” (Éxodo, cap. 21). Pero resulta que no es una ley tan cruel si pensamos que lo habitual entonces sería sacarle los dos ojos a quien me arruinó uno, o matar a toda la familia de quien asesinó a mi hijo. En este sentido, la Ley del Talión supone una evidente humanización de las costumbres al poner un freno a las espirales de violencia que entonces como hoy anidan en el corazón del hombre.

Pero aún no se ha dicho lo más importante. La norma para el cristianismo de ayer y hoy es la de interpretar el Antiguo Testamento a la luz de Jesucristo. Y en el Nuevo testamento se nos cuenta la historia de un Dios que se hace hombre por amor al ser humano, y que en lugar de exigir la vida de sus seguidores es capaz de entregar su vida no solo por sus seguidores sino también y por sus perseguidores.

Texto lateral. El cristianismo lee la Biblia a la luz de la revelación plena de Dios en Cristo. Esto la aleja de una posible lectura violenta de la Escritura.

La única crueldad del Nuevo testamento está en la violenta muerte de Jesús, cuya vida ofreció voluntariamente por todos: justos y pecadores. Así que aquí está la clave de interpretación de todo el Antiguo testamento: si algo no concuerda con esta revelación plena de un Dios todo amor y compasión, es que algo están entendiendo mal los lectores. Por eso al cristiano de a pie no se le ocurre degollar a sus hijos, pasar a cuchillo a los idólatras, o consagrar al exterminio a un pueblo enemigo.

Pero entonces, ¿cuál es el sentido de los pasajes crueles del Antiguo Testamento? ¿Dónde está ahí el Dios amor? Habrá que verlo caso por caso, aplicando los principios explicados. Pero para ejemplificarlo, resolvamos los tres ejemplos con los que hemos comenzado.

El sacrificio que Abraham intenta hacer de su hijo Isaac, siguiendo órdenes divinas, no llega a término. Precisamente es un momento cumbre en la historia de las religiones en el que se prohibió el sacrificio humano. Si hoy nos horroriza que Yahvé pidiera el sacrificio de un hijo a Abraham es, precisamente, porque hace miles de años Abraham entendió que Yahvé no exigía sangre humana.

¿Cómo explicar la actitud vengativa de Moisés para con los israelitas que habían idolatrado al becerro de oro? Recuérdese que el pueblo de Israel había sido liberado de la esclavitud de Egipto. ¿Cómo calificaríamos a la persona que tras ser liberada de un encierro se olvida da agradecer a su liberador? El pasaje no está para enseñarnos a degollar a nadie, sino para que no olvidemos la importancia del agradecimiento y la adoración debida al único Dios.

¿Pudo Dios mandar el exterminio de las mujeres y niños de los amalecitas? Es una exageración evidente del escritor sagrado (del mismo tipo que la de Jesús en el Nuevo Testamento: si tu mano te hace pecar, córtatela). La reprobación que Samuel hace de Saul por haberse reservado algunos animales que tenía intención de sacrificar a Yahvé acaba en la magnífica frase: obediencia quiero y no sacrificios. Es decir: la religión consiste más en la entrega confiada a Dios que en el ritualismo externo.

Pueden dormir tranquilos los críticos de la religión. Los cristianos, salvo casos de perturbación mental (atribuibles por igual a creyentes y ateos), ni planean una masacre general ni están dispuestos a ejecutar tal cosa si Yahvé la ordenara. Por la sencilla razón de que no están dispuestos a creer que Dios pueda ordenar tal cosa, después de haberlo visto colgando de un madero y entregando la vida por sus enemigos.

 

  • Karen Armstrong, Fields of Bood, Religion and the History of Violence, Bodley Head, London, 2014.
  • Paul Beauchamp y Denis Vasse, La violencia en la Biblia, EVD, Pamplona, 1992.
  • Ulrich Berges, Hacia una ética del antiguo testamento un desafío exegético e intelectual, en Revista bíblica, ISSN 0034-7078, Vol. 76, Nº. 1-2, 2014, págs. 55-65
  • Paul Copan, Is God a moral Monster? Making sense od the Old Testament God, Baker Books, Gran Rapids, 2010.
  • Comisión teológica internacional, Dio Trinità, unità degli uomini. Il monoteismo cristiano contro la violenza, 2014.
  • Xavier León Dufour, “Violencia”, en Vocabulario Bíblico.
  • Pontificia comisión bíblica, La inspiración y la verdad de la sagrada escritura. La Palabra que viene de Dios y habla de Dios para salvar al mundo, 2014.
  • Lorenzo de Santos, “El cristianismo frente a la violencia. Análisis de textos bíblicos”. En Las religiones frente al reto de la paz y la violencia, V encuentro diálogo fe-cultura, Dep. Educació, UJI, Castelló, 2002.
Otra de las tendencias de siempre en el cristianismo ha sido la de leer el Antiguo Testamento como una revelación progresiva del rostro auténtico de Dios, que solo se da de modo pleno en el Nuevo Testamento Clic para tuitear

 

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • Silveri Garrell (Blogger)
    14 febrero, 2022 13:29

    Curioso pero ningun libro católico habla científicamente del tema, el único libro que ha leído es GENOCIDIOS EN LA BÍBLIA de un autor protestante. En el Catolicismo nos han enseñado a evitar las lecturas del Antiguo Testamento e incluso El Diluvio es para muchos católicos hasta del Opus, inexistente , una metáfora.

    Responder
  • Messerschmidt
    17 febrero, 2022 20:33

    Un artículo muy acertado, ya que aclara confusiones muy extendidas. Me atrevería a añadir un detalle: Cristo mismo dice (Mateo 5, 17-19) que no ha venido a abolir la ley del Antiguo Testamento, sino a «adimplere» como pone la Vulgata, es decir a «consumarla», «cumplirla», «perfeccionarla», «terminarla». Expresado de otro modo, a revelar su sentido definitivo y auténtico. Y ello significa alumbrar el Antiguo Testamento con la luz del Nuevo, de tal modo que podamos interpretar en su sentido verdadero (por lo tanto de un modo no violento ni literal) los pasajes más problemáticos, algo que ya entendieron los primeros cristianos. A lo largo de la historia ha habido ciertamente quien ha hecho uso de la violencia amparándose en cualquier pretexto, incluso interpretando de forma literal y defectuosa el Antiguo Testamento.

    Es interesante observar que los autores citados en el artículo provienen todos del ámbito de habla inglesa, menos Onfray. Éste, sin embargo, es un «libertario», partidario pues de un liberalismo radical que también en ese ámbito cultural tiene su mayor difusión y donde también el fundamentalismo alcanza una popularidad y una influencia que no ni de lejos posee en ningún otro. Así pues, no es raro que estos autores, incluso siendo ateos, estén imbuídos de fundamentalismo protestante de raíz anglófona. En el fondo, con esa clase de crítica, igual que los fundamentalistas, lo único que demuestran es una gran ignorancia y muy poca inteligencia, además de delatar sus propios e íntimos problemas existenciales, surgidos de quién sabe qué experiencias, influencias, etc.

    Respecto al comentario del Sr. Garrell, diría yo que de ningún modo se enseña a los católicos a evitar en Antiguo Testamento. ¿De dónde lo saca? Más bien diría yo que los fundamentalistas mencionados y los ateos que inconscientemente los siguen tienen una obsesión con esa parte de la Biblia. Respecto a la literatura «científica» sobre el diluvio, si es científica de verdad, da lo mismo la confesión o religión del autor. Existen ciertamente indicios de que en épocas remotas hubo una o varias inundaciones como el diluvio, recogidas por ejemplo en mitos como el mesopotámico de Gilgamesh y otros en diversos lugares de la Tierra. Todos ellos, como el relato sobre Noé, pueden tener un fondo histórico, pero su sentido no es primordialmente ése, sino el religioso, moral, etc. El relato mítico es una forma de expresar ideas por medio de una historia simbólica o ejemplar. Y en ese sentido es como realmente se debe entender la historia de Noé y del diluvio. Desde luego, las circunstancias históricas, las reflexiones de los teólogos, el magisterio de la Iglesia, etc. nos ayudan a descubrir las muchas facetas que el sentido de un relato como ése encierra y que se nos revelan poco a poco, manteniendo la «actualidad» del texto bíblico. Y lo que importa es eso, no la «historicidad» o la «materialidad» de lo contado en la Biblia.

    Responder
  • Buen artículo que, sin embargo, peca del mismo problema no afrontado por la Iglesia Católica al promulgar que todos los textos (cito literal) «… todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor».

    Una vez dicho esto un cristiano va darse de bruces con los episodios citados o el que para mi es el más intolerable de todos, cuando en Números 31 da orden de matar sin piedad y salvajemente a niños de corta edad y entregar a las niñas para dudosos fines.

    Ante eso, uno intenta entender a qué viene poner a Dios de autor de todas las «sagradas» escrituras, pues ni tan siquiera existe consistencia entre los mandamientos y los actos de los hombres, y al final el pecado parece hecho a medida de los intereses de cada cual, con razón existió la «Santa Inquisición» y tantas tropelías que han llegado hasta nuestros días fruto de los pecados más abyectos.

    Pero claro, esto es una verdad que incomoda y nadie parece querer abordar, y si el actual Papa siquiera se le ocurre reorientar algunos principios no tardarán muchos teóricos cristianos en lanzarse a su cuello para considerarle un comunista traidor.

    ¡Ay cuanto falsario cristiano nos acompaña en nuestra vida!, ¡qué poco hemos entendido el mensaje!

    Así que seguiré pensando que es interesante abordar urgentemente la desacralización del Antiguo Testamento, reorientando sus textos a un fin exclusivamente de interpretación desde el marco del mensaje de Dios encarnado en hombre, de Dios como un ser de bondad infinita, amor infinito y perdón infinito. A ver si con suerte dejo de leer sandeces del estilo de que Dios podía matar a quien le daba la gana porque era Dios y por tanto disponía libremente de la vida de su creación, sin ninguna clase de responsabilidad personal como pasó con el hijo de David, nacido del pecado de su padre y muerto de manera agónica a lo largo de siete días.

    Responder

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