En estas fechas, las webs de inspiración cristiana solemos tocar los grandes temas del lifestyle femenino estacional: descanso, interioridad, relaciones, espiritualidad… Pero este año quiero hablar de un concepto muy presente en muchos entornos femeninos: la sororidad.
La palabra tiene raíces claras: viene del francés sœur (hermana), y nos invita a vivir la conciencia de ser hermanas entre mujeres. A cuidarnos, apoyarnos, protegernos. Y sin embargo, cuando profundizo un poco más, me viene una pregunta inevitable:
¿con qué tipo de mujeres se hace realmente fácil vivir la sororidad? ¿Y con cuáles, en cambio, se vuelve más difícil?
Porque —seamos sinceras— hay situaciones y actitudes que no nos hacen sentir precisamente entre hermanas.
Muchas hemos experimentado esa incomodidad sutil o evidente que surge cuando estamos con una mujer que viste de forma abiertamente provocadora, que coquetea con nuestro novio o nuestro marido, que se mueve con una sensualidad que no respeta los códigos del cariño ni de la lealtad entre mujeres.
Son gestos que rompen un perímetro fundamental: el de la seguridad, la estabilidad emocional, la confianza entre nosotras.
Este verano, una conversación con una amiga me hizo detenerme especialmente en este tema. Ella había pasado por una mastectomía, y al poco tiempo de volver a salir con su marido a una playa pública, me confesó entre lágrimas el desgarro que sentía al ver tantos topless a su alrededor.
No sabes lo que duele que todos esos cuerpos se muestren sin pudor justo cuando el mío ha quedado desfigurado… y ver que tu marido también está ahí, mirando, por más que no quiera.”
Era el desahogo sincero de una mujer herida, y a la vez un grito silencioso que decía: ¿dónde está el cuidado entre mujeres? ¿Dónde está esa sororidad que vela por las más frágiles?
Y esto no se reduce a una cuestión de centímetros de tela. No es un debate superficial entre bikini o bañador. Es una cuestión de actitud.
Una sororidad bien vivida implica también el compromiso de no poner en riesgo la relación que otra mujer tiene con su novio o su marido.
Implica preguntarnos si nuestros gestos, nuestras palabras, nuestra forma de vestir o de actuar contribuyen a construir un ambiente de confianza… o lo erosionan.
Esto puede sonar exagerado a quienes aún no han acumulado cuarenta veranos. Pero con el tiempo, una descubre que no hay paz más valiosa que la que nace de sabernos entre mujeres que se cuidan de verdad. No solo en el dolor, sino también en la forma de estar en el mundo.
Y si hay una mujer que encarna con perfección esta sororidad —silenciosa, fuerte, delicada y luminosa— es la Virgen María. La única capaz de cuidarnos a todas, de enseñarnos lo que significa de verdad vivir como hermanas. ¿La imitamos? Why not?
3 Comentarios. Dejar nuevo
Lamento mucho tener que señalar que palabra “sororidad” no tiene ningunas “raíces claras” que indiquen que “viene del francés”. La palabra “soror” significa “hermana” en latín. De ahí procede, igual que “sororidad”, nuestro término español “sor” para referirse a una religiosa. Y hablando del español ¿“why not” en español? En nuestra lengua “why not” significa simplemente “por qué no” y “lifestyle” quiere decir “estilo de vida”. Escribir “why not” o “lifestyle” no es ni elegante, ni correcto, ni culto, más bien todo lo contrario. Es una pena ver cómo el amaneramiento y las modas sin sentido corrompen la lengua con anglicismos.
Excelente comentario.
Y agregaría que empezar a imponer el término «sororidad» para no usar «fratenidad» o «hermandad» es tan inculto como negar el uso de términos genéricos como «hombre» (raza humana), «todos». Es meterle política al idioma. Es complicar la expresión y la concordancia. Es una innecesaria e inexplicable actitud defensiva ante una de lucha de sexos imaginaria.
«Mis hermanos y hermanas estamos interesados e interesadas en que se termine este lenguaje pseudoinclusivo. que nos complica la vida a chicos y chicas, adultos y adultas.»
Bien dicho. Ha sido una dicha leer este comentario.
Las aberraciones de lenguaje que genera esta obsesión son espeluznantes. Por ejemplo estas dos, leídas en dos publicaciones:
“para los trabajadores y trabajadoras adscritos”
“que desprecia a los niños y las niñas buenas”