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Desenmascarando la farsa del feminismo

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En los últimos tiempos, hemos visto surgir un mal llamado feminismo, que no solo niega la verdadera libertad de elección de las mujeres, sino que también ataca y denigra a aquellas que eligen un camino diferente al prescrito por una élite ideológica.

¿Dónde está la sororidad?

La verdadera sororidad, de la que tanto se habla entre estas feministas, implica respetar la libertad de elección de cada mujer. No consiste en imponer un molde de feminidad. Ni hacer que algunas mujeres se hayan convertido en las peores enemigas de sus propias hermanas. Como le ha ocurrido a nuestra colaboradora, especializada en temas de matrimonio y familia, Mar Dorrio.

Ayer, Mar Dorrio fue atacada en el canal de televisión la Sexta, durante el programa del Intermedio, por la actriz y presentadora Cristina Gallego. ¡De sororidad ha venido a hablar el feminismo!

Aquellas que eligen, bajo su libertad, dedicarse al cuidado de sus hijos y a su familia son tachadas de retrógradas, sometidas al escrutinio y al juicio implacable de las que se autodenominan «defensoras de la igualdad».

Ejerce de mujer

En este caso, la mujer que simplemente ejerce de mujer, en una de sus múltiples opciones y causas, está ligada instantáneamente a un etiquetado calificativo perverso de “tradicional”. ¿Desde cuándo el amor, la dedicación y el sacrificio por aquellos que amamos se han convertido en motivo de burla? 

El feminismo de Cristina Gallego no sólo margina a las mujeres que eligen la familia como su camino, sino que también intenta deslegitimar su elección. ¿Quién dicta que la verdadera igualdad implica obligar a todas las mujeres a seguir un mismo modelo de vida? ¿Desde qué momento el apoyo femenino significa decretar qué decisiones son válidas para una mujer y cuáles no lo son? ¿Qué sería del mundo sin el inigualable espíritu de servicio que tantas mujeres llevan consigo?

Farsa del feminismo

Esta es la realidad: el feminismo de Cristina Gallego no tiene nada que ver con la verdadera igualdad y todo que ver con el control y la manipulación. Se disfraza de cordero, pero en realidad es más restrictivo y opresivo que cualquier sistema patriarcal que dice querer combatir. Se trata de un intento burdo de ridiculizar el  legítimo anhelo de una vida centrada en lo verdaderamente importante: la familia. 

Destrucción de lo esencial

Detengámonos un momento para reflexionar sobre la esencia misma de la mujer, el matrimonio y el significado profundo de la maternidad. ¿No es acaso uno de los actos más nobles y desinteresados el dedicar tiempo, esfuerzo y amor incondicional al cuidado de nuestra familia y la crianza de nuestros hijos?

¿Por qué se menosprecia este compromiso tan sagrado y fundamental para el bienestar de la sociedad en su conjunto?

Etiquetadas de «sumisas»

Lo más alarmante es que este feminismo no sólo busca imponer sus propias ideas sobre las mujeres, sino que también se dedica a difamar y denigrar a aquellas que se atreven a desafiar su narrativa. Las mujeres que eligen la maternidad y el cuidado del hogar son ridiculizadas y menospreciadas y a menudo etiquetadas como «sumisas».

¿Desde cuándo el deseo de construir un hogar sano y estable se ha convertido en motivo de humillación y condena? ¿Por qué se insiste en desdeñar la elección de aquellas mujeres que encuentran su verdadera felicidad y su vocación en el cuidado y el amor hacia sus seres queridos? ¿Dónde está la fraternidad femenina en este tipo de comportamiento? ¿Dónde está la ayuda entre mujeres que supuestamente deberían de luchar por los mismos derechos y deseos? 

Desenmascarar la mentira

El mundo no necesita feministas. El mundo necesita lo que las mujeres son y no una versión desquiciada de la esencia femenina.

Es esencial desenmascarar la mentira que promueven actos como los de Cristina Gallego. No necesitamos más mujeres enarbolando banderas de falsa libertad y división, proclamando una guerra de sexos que solo trae destrucción a la familia. Aunque, quizás sea tan solo esto lo que quieren.

Lo que el mundo necesita desesperadamente son mujeres valientes y auténticas, como Mar Dorrio, que se atrevan a ser quienes son sin temor a las etiquetas impuestas por una ideología perturbada. 

La mujer tiene un poder único y poderoso que emana de su esencia misma. La capacidad para nutrir, sanar y transformar es invaluable, pero se pierde en la vorágine que desprecia todo lo intrínsecamente femenino. 

No nos dejemos engañar por las voces estridentes que intentan imponer una versión distorsionada de lo que somos y estamos llamadas a ser.

«Ninguna mujer debe ser autorizada a quedarse en casa para criar a sus hijos. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si hay tal opción muchas mujeres la tomarán. Es una forma de forzar a las mujeres en cierta dirección. Mientras la familia y el mito de la maternidad y el instinto materno no sean destruidos, las mujeres seguirán siendo oprimidas.»(Simone de Beauvoir (1908-1986), filósofa y escritora feminista.)

El mundo no necesita feministas. El mundo necesita lo que las mujeres son y no una versión desquiciada de la esencia femenina. Clic para tuitear

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • El mundo, lejos de necesitar este tipo de feminismo totalitario, debería liberarse de él, porque es una estructura que invade, acapara y oprime a las mujeres encerrándolas en una burbuja ideológica de la que no pueden salir sin que las persigan, insulten y anulen como mujeres y como personas libres.
    El ataque verbal de Cristina Gallego a Mar Dorrio es violencia de género contra el propio género, además de ser del género idiota. Mentes idiotizadas como la suya es lo que produce un feminismo degenerado que ha pasado de liberar a doblegar. Ahora vamos viendo que todo era mentira, pero el texto aquí seleccionado de Simone de Beauvoir ya lo dejaba bien claro. Destruir el instinto materno se ha traducido no solo en la degradación de tantas mujeres y hombres que se han dejado colonizar la mente por sus bárbaras memeces, también en las 200.000 personas eliminadas legalmente cada año en Francia mientras están crecen en el vientre materno. Este es el gran triunfo del feminismo de Madame de Beauvoir. Un legado maligno. Pobre mujer.

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