En el “trabajo gustoso” el esfuerzo encuentra su recompensa en la obra lograda o, al menos, en la satisfacción de haberlo intentado.
Añadía que ese trabajo no es solo propio del artista, sino de cualquier persona capaz de poner en su oficio la atención y el deseo suficientes.
También ayudará en el desarrollo de la excelencia seguir los consejos de Ken Robinson. En su libro “El Elemento” sostiene que “cuando nos apasiona lo que hacemos y además tenemos la preparación adecuada para hacerlo bien, estamos en nuestro Elemento, ese estado maravilloso en el cual trabajamos sin cansancio y con gran creatividad. Además, somos capaces de hallar una salida profesional en situaciones teóricamente imposibles. Por eso es fundamental que cada persona encuentre su propio Elemento”.
La búsqueda de la excelencia es un compromiso que se renueva todo los días en el mundo de cambios acelerados en el que vivimos. Los retos, afortunadamente, nunca son los mismos