fbpx

Judaísmo (12): Las tribus de Israel. El libro de Josué y de los Jueces (I)

COMPARTIR EN REDES

Introducción: Las tribus israelitas en Canaán

El libro de Josué da la impresión de que todo el territorio de Canaán fue conquistado y devastado por los israelitas, pero el capítulo primero del libro de los Jueces presenta una imagen distinta y posiblemente más próxima a la realidad.

Los datos arqueológicos muestran que hubo muchas y violentas perturbaciones en Palestina durante el siglo XIII a.C., y que la época que siguió fue aún más revuelta (siglos XII y XI a.C.) Se revela también que hay algunas imprecisiones históricas bastante notables dentro del libro de Josué (por ejemplo, la conquista de Jericó y de ‘Ay).

En el libro de Josué no está claro a qué entidad se denomina “Israel” en esa época: no parecía un pueblo, sino más bien un conjunto de tribus —con ciertas relaciones— que vivían en Canaán. También hay algunos indicios en los propios textos bíblicos que hacen pensar que hubo tribus que no bajaron a Egipto.

Ejemplo de esto es que en el libro de Josué no se dice que fuera conquistada la zona central de Palestina. Sin embargo, la ciudad más importante de la zona, Sikem, fue el lugar elegido por Josué para reunir a las tribus y renovar allí la Alianza.

El libro de los Jueces presenta una situación de la época como un tiempo de desórdenes en el que las tribus israelitas carecen de una unidad política. Esta situación anárquica está confirmada por la arqueología.

En Canaán subsistía el régimen de ciudades-estado, cada una con su propio rey, mientras que Israel era un conjunto de tribus independientes cuyo vínculo común no era estrictamente político sino religioso. Sin embargo, la fe en el Señor todavía se mantenía en un nivel muy primitivo: la gente sencilla tenía tendencia a fabricarse ídolos de metal fundido y a tributarles un culto doméstico.

Cuando los israelitas eran atacados aparecían unos jefes carismáticos, los Jueces, que aglutinaban a su alrededor grupos de gentes para la defensa contra ataques enemigos. Pero estos Jueces no son un modelo de comportamiento ético, al menos a la luz de la legislación posterior. Por ejemplo: Sansón se casó con una mujer filistea, no israelita; Jefté hizo un voto temerario que cumplió sacrificando a su propia hija.

El libro de Josué

El libro de Josué marca un punto crucial en la historia del pueblo de Israel, sirviendo como puente entre la travesía por el desierto y la posesión de la tierra prometida. Con el liderazgo de Josué, Israel entra en Canaán para reclamar la herencia que Dios les había prometido. Este relato épico de conquista y distribución de la tierra revela no solo la fidelidad de Dios hacia su pueblo, sino también la importancia de la obediencia y la confianza en su liderazgo.

A lo largo del libro, se destacan temas de fe, guerra santa y responsabilidad comunitaria, que resuenan en la historia de Israel y en la vida de los creyentes hasta el día de hoy.

El libro lleva el nombre de su protagonista principal, Josué, que aparece ya en el Pentateuco, junto a Moisés, y se convierte en su sucesor como jefe y mediador entre Dios y su pueblo (Dt 34,9). El propio Moisés (Nm 13,16) le cambia su nombre anterior, Oixea (“salvación”) por el de Jehojúa, es decir, Josué (“el Señor salva”). Este nombre expresa su vocación y su participación en la gran obra de la liberación de Dios. Con Josué, Dios da un país a su pueblo, liberándolo de sus enemigos. Lo hace entrar en la tierra prometida.

Seguirán otras liberaciones más decisivas, hasta que Dios envíe a un nuevo Josué (para el cristiano, su Hijo, Jesús, el que debe salvar de los pecados a su pueblo: Mt 1,21; él introducirá a todos los pueblos en un Reino de paz que no terminará nunca más).

Josué, el sucesor de Moisés, en los Caps. 1-3 y 6-8 nos habla de la ocupación de la Tierra prometida, y los 22-24 de los primeros pasos para la unificación de las tribus y últimas advertencias del Juez.

Viene después del Pentateuco y es la continuación de la gran epopeya del éxodo del pueblo de Israel (salida de Egipto y marcha por el desierto), truncada por la muerte de Moisés antes de entrar en la tierra prometida. La persona y las acciones de Josué se mueven en cierto paralelismo con la persona y las acciones de Moisés. Pero mientras el Pentateuco habla de promesas, en el libro de Josué llegan las realizaciones.

Contenido del libro de Josué

Se pueden distinguir con facilidad las siguientes partes:
  1. Prólogo (cap. 1): enuncia el tema más importante del libro: Dios ha dado a su pueblo la tierra prometida, pero la posesión de este don depende de su fidelidad a la ley divina.
  2. 1ª parte: conquista de la tierra prometida (cap. 2-12); la tierra prometida por Dios en su pueblo. El redactor hace uso de narraciones populares muy antiguas sobre las batallas y hazañas de Israel durante la ocupación del país, ordenadas en torno a la figura de Josué.
  3. La segunda parte (cc. 13-21) explica el reparto del país entre las doce tribus de Israel, con la descripción de los límites geográficos, y se completa con una lista de las ciudades de refugio y otra de las ciudades levíticas;
  4. El epílogo (cc. 22-24) explica el regreso a sus territorios de las tribus que, bajo la guía de Moisés, habían tomado posesión de la Transjordania, pero que después habían colaborado en la conquista de Canaán. Esta parte termina con el testamento de Josué y la solemne renovación de la alianza en la asamblea de Siquem (c. 24): Josué conjura a su pueblo a permanecer siempre fiel a Dios. El libro termina con el relato de la muerte de Josué.

Los hechos históricos

Podemos situar el núcleo histórico de los eventos descritos hacia finales del siglo XIII a. C. Ahora bien, el libro de Josué no explica punto por punto las etapas de la conquista y del establecimiento de Israel en Canaán. Entre los hechos narrados y la fecha de redacción final del libro (probablemente hacia el s. VI a.C.) han pasado muchos años, y muchas cosas han sido idealizadas. Por ejemplo, el libro presenta la entrada en Canaán de un Israel ya sólidamente organizado en doce tribus (4,2). Sin embargo, el país no fue sometido del todo hasta el tiempo de David (s. X a.C.), y tampoco se puede hablar de un Israel totalmente unificado hasta el tiempo de la monarquía.

Con esta visión cohesionada de las doce tribus, Israel afirma su conciencia de ser un solo y un mismo pueblo de Dios, independientemente del origen y la historia de cada una de ellas.

Por su parte, el libro de Josué presenta una versión simplificada, épica y unificada de la conquista militar de Canaán. Sin embargo, la campaña de ocupación del territorio, comprendida como una «guerra santa», no es una guerra de religión, como la expresión podría hacer creer. No se trata de imponer por las armas la fe en el Señor, sino de luchar por asegurar la supervivencia del pueblo y hacer realidad la promesa de Dios: Canaán debía ser el país que Israel recibiera en posesión. Por eso Dios combate a favor de su pueblo, porque es fiel a su misma promesa.

(Por desgracia, estas prácticas tan primitivas siguen hoy día presentes en algunas acciones de la zona que antes se llamaba Canaán)

Esto explica que habitualmente el botín de las victorias sea consagrado al Señor: los hombres son exterminados, y los bienes y ganado, destruidos. Es la práctica del anatema o consagración al exterminio, que aparece a menudo en los textos (6,17-22.24; 8,2.24.28; 11,14). (Por desgracia, estas prácticas tan primitivas siguen hoy día presentes en algunas acciones de la zona que antes se llamaba Canaán). Sin embargo, desde el punto de vista de la crítica histórica, no sabemos si esta práctica fue nunca aplicada con todo el rigor que los textos presuponen, ya que más bien se trata de una práctica al servicio de una idea teológica poco evolucionada.

La formación del libro de Josué

En los inicios de la composición estarían unos relatos episódicos de la Conquista, conservados por la tradición oral, que cada tribu iría recopilando por escrito a la luz de la teología deuteronomista.

El elenco de las tribus es un documento que posiblemente tenga su origen en el reino del sur. La detallada descripción de las fronteras refleja una situación premonárquica y es, por tanto, muy antiguo.

También hay muchos relatos etiológicos (dan razón de un origen) narrados con un estilo cultual que explican el por qué algunos lugares tienen un nombre concreto.

Enseñanza del libro de Josué

El autor sagrado presenta algunas ideas fundamentales:

a) Dios es fiel y cumple sus promesas;

b) la tierra que Israel ocupada es don de Dios;

c) las relaciones entre Dios y su pueblo están reguladas por la Alianza; Dios está con su pueblo cuando éste se mantiene fiel, pero lo abandona si le desobedece;

d) todo Israel es un sólo pueblo, y debe reconocer a un sólo Dios, que es el Señor.

El texto canónico, posiblemente redactado en forma definitiva cuando el pueblo estaba desposeído de la tierra que Dios había entregado a Josué, explica que la causa de las desgracias es la infidelidad, pero tiene un aliento de esperanza: el mismo Dios que les dio la tierra puede volver a entregársela si emulan la fidelidad de la generación de Josué como se narra en el libro.

El libro de Josué muestra la plena realización de las promesas que Dios había hecho a los patriarcas sobre la futura posesión del país de Canaán, la tierra prometida. La posesión se convierte en el signo de la fidelidad de Dios hacia su pueblo, y, al mismo tiempo, esta fidelidad pide como respuesta la fidelidad del pueblo a su Dios. Israel tendrá ocasión de ponerla en práctica y demostrarla ante el peligro de idolatría que supone el contacto con los demás pueblos de dentro de Canaán y de su alrededor.

La conquista es presentada como una obra de Dios, un don, y al mismo tiempo como una exigencia. Las victorias de los israelitas, guiados por Josué, se repetirán, a mayor escala aún, si siguen observando la Ley de Dios con todo el corazón y con toda el alma.

Por medio de esta historia, Israel redescubre una certeza fundamental: Dios puede hacer renacer a un pueblo destruido o deportado. Existe una tensión constante entre el presente y el futuro, que es constitutiva de la existencia del pueblo de Dios. Dios está con Israel y le bendice cuando el pueblo observa la alianza; pero, en cuanto cae en la infidelidad, las maldiciones comienzan a desatarse con todas sus consecuencias, y la ruina total se abate sobre Israel.

Conclusión

El libro de Josué concluye con la renovación de la alianza en Siquem, donde Josué insta a Israel a permanecer fiel a Dios y a rechazar la idolatría. A través de la conquista de Canaán, Israel experimenta la fidelidad de Dios en la realización de sus promesas. Sin embargo, también se establece un desafío continuo para el pueblo: mantener su fidelidad a Dios en medio de las tentaciones y desafíos que enfrentan en la tierra prometida. La historia de Josué inspira a los creyentes a confiar en la providencia divina y a comprometerse con una vida de obediencia y devoción.

Twitter: @lluciapou

El libro de Josué da la impresión de que todo el territorio de Canaán fue conquistado y devastado por los israelitas Clic para tuitear

 

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.