Las críticas al estudio y su retractación obtuvieron mucha menos atención que los hallazgos iniciales, porque los hallazgos iniciales apoyaban la narrativa «correcta».
Publicamos el interesante artículo de James Lopez en The Federalist:
«En 2014, un equipo liderado por el profesor asociado de la Universidad de Columbia Mark Hatzenbuehler publicó un estudio que supuestamente demostraba que el «estigma estructural», que los autores definen como «comunidades con altos niveles de prejuicio contra los homosexuales», aumenta la probabilidad de una muerte prematura entre las personas LGBT. El estudio ha sido ahora retirado.
Los investigadores afirmaron que las minorías sexuales que viven en comunidades con altos niveles de prejuicio, en promedio, viven 12 años menos que las que viven en comunidades sin esos prejuicios. El estudio, «Estigma estructural y mortalidad por todas las causas en poblaciones de minorías sexuales» fue re-analizado por los autores originales después de que un reconocido sociólogo de la Universidad de Texas en Austin, Mark Regnerus, publicara un artículo en la misma revista académica que muestra que las principales conclusiones no se repitieron en otros diez análisis diferentes. Los hallazgos de Regnerus demostraron ser correctos, y la revista Social Science & Medicine retiró el documento original.
El estudio que sostenía que las minorías sexuales que viven en comunidades con prejuicios tienen más probabilidades de morir antes tuvo importancia porque fue usado como la evidencia que algunos necesitaban para insistir en que todos debemos reestructurar la sociedad al reconsiderar la identidad sexual, la orientación sexual y la libertad religiosa. En otras palabras, si se puede encontrar una causa raíz por la cual las minorías sexuales son propensas a tener vidas más cortas, entonces debe abordarse con urgencia a través de una amplia legislación u otros medios. Los resultados defectuosos que produjeron Hatzenbuehler y su equipo en su investigación proporcionaron motivos adicionales para que los progresistas atacaran y socavaran la libertad religiosa.
¿Por qué el estudio está equivocado?
Para llevar a cabo el estudio, Hatzenbuehler y su equipo se basaron en datos de la Encuesta Social General (GSS) y el Índice Nacional de Muertes (NDI). El GSS estudia la cultura estadounidense y proporciona información sobre las actitudes sociales y el NDI almacena los registros de defunción.
Para evaluar las actitudes perjudiciales hacia las minorías sexuales, los investigadores revisaron las respuestas a las siguientes preguntas:
- «Si algunas personas en su comunidad sugirieran que un libro a favor de la homosexualidad debería ser sacado de su biblioteca pública, ¿preferiría eliminar este libro o no?»
- «¿Se debería permitir a un hombre que admite que es homosexual enseñar en una universidad o no?»
- Supongamos que un hombre que admite que es homosexual quiere hablar en tu comunidad. ¿Se le debería permitir hablar, o no?»
- «¿Crees que las relaciones sexuales entre dos adultos del mismo sexo siempre son incorrectas, casi siempre incorrectas, incorrectas solo a veces, o no incorrectas en absoluto?»
Los investigadores consideraron estas preguntas como «preguntas de prejuicio contra los homosexuales» y evaluaron los datos recopilados por el GSS y el NDI, lo que resultó en su descubrimiento clave de un vínculo significativo entre los altos niveles de prejuicio y una menor esperanza de vida.
Sin embargo, cuando Regnerus publicó datos que no avalaban las afirmaciones de los activistas LGBT, algunas personas procedieron a atacar su personalidad y sus creencias. En julio de 2012, Regnerus publicó un estudio que muestra que existen diferencias notables en los resultados entre los hijos criados por padres en una relación del mismo sexo y los niños criados por familias biológicas intactas. Su estudio desafió directamente la declaración de la Asociación Americana de Psicología de que: «Ni un solo estudio ha encontrado que los niños de padres homosexuales estén en desventaja en relación con los niños de padres heterosexuales».
Como resultado de su investigación, Regnerus sufrió una implacable difamación. El establishment académico incluso cuestionó el proceso de revisión del editor. Unos meses más tarde, sin embargo, la Universidad de Texas en Austin declaró inocente a Regnerus de todas las acusaciones.
La extraña falta de cobertura
Naomi Schaefer Riley, escribiendo un artículo de opinión para el New York Post, observó acertadamente que después de que Hatzenbuehler y sus coautores publicaran su estudio que muestra que existe un vínculo entre el prejuicio contra los homosexuales y la reducción de la esperanza de vida, la cobertura de noticias fue desenfrenada, pero cuando Regnerus publicó sus resultados desmontando directamente los datos clave del estudio, los medios de comunicación no lo cubrieron del mismo modo.
Uno esperaría que los medios de comunicación buscaran ate todo informar de la verdad, pero al parecer este no es siempre el caso. Tal vez algunos datos no se ajusten a la agenda deseada, o tal vez tengan miedo de dar una plataforma a las llamadas ideas «peligrosas».
Aunque parece que Hatzenbuehler y sus coautores no cometieron intencionalmente el error, que después de la corrección no mostró que el vínculo entre el prejuicio contra los homosexuales y la muerte prematura sea «estadísticamente significativo». No obstante, llama la atención un frío dato: los principales medios de comunicación solo cubren lo que quieren y lo que quieren que el público vea.
Una conclusión clave de esto es que es muy fácil aceptar conclusiones que promuevan las causas políticas. También podemos cometer ese error como consumidores de medios. Compruebe la evidencia antes de comprar una conclusión.»