fbpx

Un ventilador de optimismo en pleno verano

COMPARTIR EN REDES

Si hay algo que agradecemos en verano, es ese ventilador que nos baja un poco la temperatura y nos ayuda a retomar nuestras tareas con energía renovada.

Este mes de julio yo he tenido la suerte de tener junto a mí un ventilador muy especial: no uno de aspas, sino uno que difundía optimismo, buen humor y decisión para “agarrar el toro por los cuernos”. Ese ventilador se llama Rompiendo el hielo, el libro del obispo de Finlandia, monseñor Raimo Goyarrola, que he tenido el honor de presentar.

La presentación tuvo lugar en El Tozal, un pueblecito a los pies del santuario de Torreciudad. Allí, bajo la mirada de la Virgen, don Raimo demostró que sabe romper el hielo como nadie… y no con hachazos —que, viniendo de Bilbao, alguno podría imaginar— sino derritiéndolo con cariño.

Un obispo para toda Finlandia

Toda Finlandia es una sola diócesis: treinta mil católicos, siete parroquias, unos veinte sacerdotes… y un  único obispo que recorre el país con una sonrisa. Cuando llegó en 2006, eran apenas ocho mil. Hoy, crecen en más de quinientos nuevos fieles cada año.

Bilbaíno de origen, quiso llegar a todos los confines de su nueva región: desde atender espiritualmente a los soldados del ejército y a los presos en las cárceles, hasta probar una ensalada aliñada… ¡con Nocilla!

El ridículo no mata

Una de las cosas que más me ha impresionado de su libro es su cero miedo al ridículo. En su primera meditación en finlandés quiso hablar de las bodas de Caná… pero una vocal mal pronunciada convirtió la escena en “las bodas del pollo”. Imagínense: los novios, la gallina y litros de vino.

En lugar de avergonzarse, se rió de sí mismo. Y ahí está la lección: si lo que haces lo haces con cariño, Dios se encarga de hacer el resto.

Otro episodio memorable: un bautizo que, en principio, iba a ser sencillo. Vestidos ya para ir a misa, todo estaba previsto: se celebraría en finlandés e inglés.

Pero, poco a poco, y con cada vez menos minutos para prepararlo antes de que comenzase, empezaron las peticiones: unas palabras en un idioma, luego en otro… hasta que, apenas unos minutos antes de comenzar, llegó la última: ruso.

Cuando lees el libro, en ese momento tienes la sensación de haberte metido en el camarote de los Hermanos Marx y que alguien, en cualquier instante, iba a soltar: “¡y dos huevos duros!”. Pero este sacerdote —que puede competir en ingenio, buen humor y agilidad con el propio Groucho Marx— no veía dificultad en añadir palabras nuevas.

Apuntaba algunas en ruso, retocaba lo que ya tenía preparado y lo hacía sin pega, sin pejigueras. Podría haberse quejado, podría haberse escudado en que era imposible… pero no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de acercarse a cada persona allí presente.

Así que, con la misma sonrisa con la que Groucho decía “y dos huevos duros”, aprendía unas nuevas palabras… minutos antes del bautizo.

Cinco idiomas… y sin problema

Romper el hielo en familia

Con esa filosofía, monseñor Goyarrola ha derretido el hielo de Finlandia. Su libro es un auténtico ventilador de optimismo y luz. Creo que también lo necesitamos en nuestras familias, para aprender a decir “qué más da” en lugar de discutir, y a vivir sin la obsesión por lo que “nos toca” o “nos corresponde”.

¿Rompemos el hielo nosotros ahora, en nuestra Finlandia particular? Why not?

Enlace a la presentación del libro: 

https://pcmecanismos.eps.cdf.udc.es/s/ccmRYHrEN4JJLjX

Instagram Mar Dorrio

Toda Finlandia es una sola diócesis: treinta mil católicos, siete parroquias, unos veinte sacerdotes… y un único obispo que recorre el país con una sonrisa. Cuando llegó en 2006, eran apenas ocho mil Compartir en X

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.