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Yo comunico…y tú, si quieres, también

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Comunicar mediante la palabra oral o la palabra escrita es un don. Es un don al alcance de quien quiera beneficiarse de él escuchando o atendiendo. La facultad de soltar vocablos, frases, razonamientos, discursos, etc., no está al alcance de todo ser humano en igual medida. Sin embargo hay un mínimo que sí es común a todo hombre y mujer. Y éste es el mínimo comunicante que muchos y muchas ocultan callando. Ocultan pasando olímpicamente de la facultad humana de la comunicación. Es un silencio egoísta que rechaza la convivencia.

Para comunicar hay que quererlo. Primero hay que atender escuchando. Salvo los hombres y mujeres recluidos en vida conventual eremítica en estricto silencio, el resto nos comunicamos solo si queremos y cuando queremos. Comunica todo ser humano que suelta algo de su interior. A veces esta comunicación es algo socrática sin conciencia de ello. Acontece cuando preguntamos al prójimo sobre algo y no soltamos prenda de nosotros mismos. Acontece cuando queremos saber o conocer algo sin plasmar nuestras intenciones. En estos casos desarrollamos la facultad de preguntar.

Para hablar con Dios, para rezar, la actitud es la del silencio. Es la de escucharle a Él. La comunicación con Él es muy privada. Para hablar con el prójimo de algo no sé cómo se hace en silencio. Igual sí que callando te comunicas con el prójimo. La escucha activa, sin ocultarla cuando menos en la expresión del rostro, es decirle al prójimo “habla que te atiendo”. En este caso uno se calla para atender escuchando. Es el camino para entrar en diálogo. Conviene no confundirlo con el bla bla vociferante de quien se escucha a sí mismo y no deja que alguien hable. Esto último en general es lo habitual en muchos quehaceres televisivos de programas en directo.

El “habla tú que yo te escucho” queda cercenado por el “escucha tú que yo hablo”. “Y como no me escuchas como yo quiero o no te interesa lo que te digo… hablo más alto y no te dejo hablar”. ¡Qué distinto esto a los diálogos de los sabios! Saber escucharse es muy importante. ¡En todo empezando por la comunicación de pareja!

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