Seguramente todos hayamos escuchado hablar de Halloween alguna vez en nuestra vida y, muy probablemente, conozcamos a alguien que lo celebre (si no lo hacemos nosotros mismos).
Sin embargo, cabría preguntarse si todas estas personas realmente saben lo que celebran.
Hoy en la universidad —en una clase de máster—, he visto a compañeros disfrazados y maquillados. Algunos incluso han decorado sus mesas con calabazas y murciélagos. Encontrarme con este panorama me ha hecho replantearme una cuestión que me pregunto todos los años desde hace un tiempo:
¿de verdad esta gente sabe lo que celebra? ¿Se disfrazan por diversión o son verdaderamente conscientes de lo que se festeja?
Halloween es un término que proviene de la expresión inglesa All Hallows’ Eve (Víspera de Todos los Santos). Por tanto, no es difícil deducir que en su origen esta era una celebración cristiana para honrar la memoria de todos aquellos difuntos que ya han llegado a la meta.
Sin embargo, con el paso del tiempo, ha ido incorporando tradiciones paganas como el Samhain celta, que recuerda la llegada del invierno con la recogida de los últimos frutos del otoño. De ahí la abundancia de calabazas y la constante alusión a la muerte.
Todo este totum revolutum ha provocado una amalgama de sinsentidos. La noche del 31 de octubre se ha convertido en una fiesta de disfraces en la que niños y adultos molestan a sus vecinos llamando constantemente a la puerta para pedir unos caramelos que probablemente nunca se terminarán (seamos sinceros, yo nunca me comía los caramelos que recogía en la cabalgata de Reyes).
Además, esas vestimentas tan lúgubres no dejan de recordar y festejar la muerte: fantasmas, brujas, esqueletos… dan culto a lo tenebroso, lo tétrico y lo macabro.
Algunos dirán que solo es un juego de niños, pero la inocencia propia de esa edad no es compatible con esta fiesta. Una fiesta con ambiente de funeral.
Quizá Halloween sea una manifestación más que refleja la incoherencia de nuestra sociedad actual, una sociedad que celebra sin comprender y sin cuestionarse el sentido de las cosas.
Por eso, esta noche podría resumirse en unas pocas palabras: Halloween, la fiesta de la gente que no sabe lo que celebra.









