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¡A por la sangre del artista!

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Hay mucho “artista” suelto. Esos “influencers”, esos “cazadores de ideas”, esos “espabilaos”. Tantos que se las dan y se las toman prodigándose por las esquinas y luciéndose en las plazas, tanto que rezuman “savoir-faire”. ¿Sabes que te digo, hermano? ¡Aléjate, no les sigas, que llevan de cabeza a la ruina! ¿Te imaginas lo que sería (lo es para tantos) convivir con una persona así, que a cada palabra que sueltas te la estira y se la apropia solo abrillantándola con Mister Proper? Se te presentan como los mensajeros del Universo, son los mesías que se esperan a sí mismos, vienen chupándote la sangre y luego haciéndola pasar toda tu vida por la suya (“su propia sangre”). ¡Y consiguen el éxito, hermano, es un escándalo! ¡Plagios! Eso es lo que les hincha el ego y la cartera, pues otra cosa que saben hacer muy bien es chuparte los billetes grandes.

Son los muertos de hambre, son los fantasmas. Son los Bit Coin con alas, que vuelan y revuelan entre países y ciudades en auge de la “Nueva Economía”, esa que incluso tiene un plazo y tiene objetivos, como la Agenda del Año de Gracia esa que impulsan los gobiernos, esa que lo que pretende es chuparnos toda la sangre, la poca que ya nos queda. ¿No ves cómo va el mundo? ¡Cuidado, amigo, hazme caso! ¡No te dejes seducir por el embrujo de una sanguijuela de cloaca que viene a por tu alma! Ya están hasta en las labores de gobierno, de países, ciudades, empresas, instituciones y familias que antes creíamos serias. ¿Resultado? Está todo empantanao. Y no olvidemos que en los chapoteos solo sobreviven los chapoteadores.

Mira qué te digo. A un artista de verdad no le hace falta hacer fantasmadas, simplemente lo es: es lo que es, y basta. Mira qué te dice William Deresiewicz, después de estudiar las trayectorias de una gran selección de artistas globales: “De hecho, la mayor parte de las personas con las que he hablado no recuerda haber llegado a artista. Simplemente lo son”. (La muerte del artista. Original en inglés: The Death of the Artist. Holt Paperbacks. Mcmillan Publishing Group. New York, 2020). Eso es así. Porque el auténtico artista, el creador y maestro de la imagen y la metáfora, malvive hoy entre las olas de la marabunta alimentándose del plancton con que el Buen Dios le provee, sin la abundancia de otros tiempos, pasando la vida con el día a día, sin saber nada de lo que le espera mañana. “¡Dios dirá!”, se dice ufano, y camina que caminarás rebosando entusiasmo y franqueza, amigo de los reyes y de las ratas.

“¡No me asustes!”, siento que me dices al oído, sin atreverte casi a pronunciarlo. Te lo veo en la cara. “¿Hay salida?”, te reconcomes por dentro. ¡La hay, hermano! Jesús, el Mesías esperado, nos llama a todos a formar parte de su ejército de soldados de la Luz, laborando su viña hasta su segunda venida (como quien dice mañana). Eso sí, solo los elegidos conseguirán su favor. Entre tanta tiniebla, ¿dónde posar la mirada? Vivamos todos con entusiasmo y sin mirar a quién damos, tratando de chapotear lo mejor posible entre las marismas de tanto encantamiento de papel de estraza. Con  ética y con bonhomía. Con la fuerza que nos da la Verdad y del brazo del Dios Amor que nos ha creado y nos sostiene. Es posible, y tiene su encanto. ¿Te animas?

A un artista de verdad no le hace falta hacer fantasmadas, simplemente lo es: es lo que es, y basta Clic para tuitear

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