Asistimos a un preocupante destrucción de los valores fundamentales que han sostenido a nuestra sociedad. La introducción de talleres de «nuevas masculinidades», como los organizados en Sant Cugat, es un ejemplo de esta vil obsesión.
El Ayuntamiento de Sant Cugat ha decidido financiar con 9.444,40 euros talleres dirigidos a jóvenes de 4º de ESO, con el supuesto objetivo de «resignificar la masculinidad» y «reflexionar sobre las inseguridades compartidas». Sin embargo, lo que se esconde tras estas palabras es una agenda que promueve una ideología de género contraria a la antropología humana.
Se trata de un adoctrinamiento ideológico que, además, se lleva a cabo sin el conocimiento ni el consentimiento de los padres. Tal y como ha denunciado el grupo municipal de Vox, esta actividad no es más que una forma velada de imponer una visión sesgada y destructiva de la sexualidad y la identidad, que se opone frontalmente a la verdad antropológica revelada por Dios.
La dignidad del ser humano: la verdad sobre el hombre y la mujer
El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, ha sido dotado de una dignidad intrínseca que debe ser respetada y promovida. La Sagrada Escritura nos enseña que «varón y mujer los creó» (Génesis 1:27), estableciendo una dualidad sexual inscrita en la naturaleza misma de la persona. Esta verdad no es una construcción social ni una invención cultural; es la expresión del designio divino para el hombre y la mujer, quienes son complementarios en su diferencia. Las ideologías de género, como las que se promueven en estos talleres, buscan negar esta realidad natural y objetiva, proponiendo una visión fluida y cambiante de la identidad sexual.
Esto no solo genera confusión en los jóvenes, sino que también los aleja de la verdad sobre sí mismos y sobre su dignidad como hijos de Dios.
El rol de los padres en la educación de sus hijos
Uno de los aspectos más preocupantes de estos talleres es que se realizan sin el conocimiento y consentimiento de los padres, violando un principio fundamental: el derecho inalienable de los padres a ser los primeros y principales educadores de sus hijos. El Concilio Vaticano II, en la declaración Gravissimum Educationis, señala claramente que «los padres, ya que han dado la vida a sus hijos, están gravemente obligados a educar a su prole».
La familia es núcleo fundamental de la sociedad y lugar primario de educación. Es en el seno de la familia donde los niños deben aprender los valores esenciales para la vida. Cualquier intervención del Estado o de las instituciones educativas en la formación moral de los jóvenes debe contar con el consentimiento explícito de los padres.
Sin embargo, la realidad que estamos presenciando es un intento deliberado de apartar a los padres de su responsabilidad, creando una grieta entre la familia y la educación que facilita el adoctrinamiento en ideas contrarias a la naturaleza humana.
El peligro del relativismo moral
Los talleres sobre «nuevas masculinidades» introducen a los jóvenes en un marco teórico que relativiza la naturaleza del hombre y la mujer, promoviendo una noción de género que se adapta a las corrientes ideológicas del momento. Este relativismo moral es una de las grandes amenazas de nuestro tiempo, ya que niega la existencia de una verdad objetiva sobre el ser humano y su propósito en el mundo.
La moral no es una cuestión de opinión ni de sentimientos fluctuantes, sino que está fundamentada en la ley natural y en la revelación divina. Así lo expresaba el Papa Benedicto XVI cuando advertía sobre la «dictadura del relativismo», que pretende imponer una visión distorsionada de la realidad y del bien. Los jóvenes, en su vulnerabilidad, son los más susceptibles a estas falsas doctrinas que prometen libertad, pero que en realidad los esclavizan al error y a la confusión.
No nos engañemos, la verdadera masculinidad no necesita ser «resignificada» ni rediseñada por las modas ideológicas.