El Papa Francisco ha reconocido las virtudes heroicas de Antoni Gaudí, conocido en todo el mundo por dirigir la construcción de la Sagrada Familia de Barcelona. Por lo tanto, a partir de hoy, el gran exponente del modernismo catalán es Venerable. Y también son Venerables los tres sacerdotes Pietro Giuseppe Triest, Angelo Bughetti y Agostino Cozzolino, también por sus virtudes heroicas.
El Pontífice lo proclamo durante la audiencia que tuvo lugar el lunes 14 de abril de 2025. Este acto se realizó con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de la Causa de los Santos, quien presentó los decretos para su firma, así como los relativos a la beatificación de Eliswa de la Santísima Virgen, fundadora de la Congregación de la Tercera Orden de Carmelitas Descalzas, hoy Carmelitas Teresianas, y del sacerdote misionero italiano en Brasil Nazareno Lanciotti, mártir.
El rector de la basílica de la Sagrada Familia, de Barcelona, Mn. Josep Maria Turull, ha valorado el decreto hecho público por la Santa Sede, que declara al arquitecto Antoni Gaudí como «venerable». Mn. Turull es vicepostulador de la causa de beatificación de Antoni Gaudí y vicepresidente de la Asociación Canónica Antoni Gaudí.
Con este decreto autorizado por el papa Francisco, se inicia el proceso hacia la beatificación del arquitecto catalán y diseñador de la basílica de la Sagrada Familia.
Si quieres descargarte el archivo MP4 que contiene el vídeo con las declaraciones de Mn. Josep Maria Turull, haz clic en el siguiente enlace: DECLARACIÓN
Decían de Gaudí que caminaba por Barcelona como si escuchara música que nadie más oía. En un mundo de líneas rectas y cálculo frío, Antoni Gaudí dibujaba curvas que parecían susurradas por los árboles, por las olas, por el viento que pasa entre las piedras milenarias. No era un arquitecto común. Era un místico con compás; un monje sin hábito que levantaba catedrales con las manos manchadas de barro y la mirada perdida en el cielo.
Nació en Reus, en una familia de caldereros. El oficio de moldear el metal le enseñó desde niño que la materia puede ser flexible si uno la trata con respeto. El arte, como la fe, era cuestión de paciencia y fuego.
Decía que la línea recta pertenece al hombre, pero la curva es de Dios
Gaudí no diseñaba edificios: los hacía crecer. Decía que la línea recta pertenece al hombre, pero la curva es de Dios. Por eso sus casas se ondulan, sus torres se enroscan como ramas y sus columnas brotan del suelo como troncos en busca de luz. Sus obras no se entienden: se respiran.
Su principal legado floreció en Cataluña, y especialmente en Barcelona, donde dejó una constelación de obras vivas. La Sagrada Familia, su obra maestra inconclusa, concentra toda su visión: un bosque de piedra, con columnas helicoidales que se ramifican como árboles y bóvedas de hiperboloides que parecen respirar luz. Allí, cada detalle tiene un significado cristiano; cada forma, una oración secreta. Fue también el lugar donde integró todos sus hallazgos técnicos: desde estructuras autoportantes hasta el uso de geometría reglada y maquetas invertidas hechas con cuerdas y pesos.
Antes de esa catedral viva, Gaudí había jugado a fundir arte y naturaleza en el Parque Güell, un jardín encantado de columnas torcidas y bancos ondulantes cubiertos con trencadís, la cerámica fragmentada que convirtió en poesía. Allí no hay ángulos rectos, sino ecos de la tierra y del mar.
La Casa Batlló, con su fachada inspirada en la leyenda de Sant Jordi, parece un dragón dormido. La Casa Milà, conocida como La Pedrera, desafió las normas al eliminar muros de carga y poblar su azotea de chimeneas escultóricas como guerreros de fuego. La Casa Vicens, su primer gran proyecto, explora un estilo neomudéjar que ya muestra su obsesión por el detalle artesanal. En el Palacio Güell, logró fusionar hierro forjado, piedra y luz, con una cúpula central que filtra la claridad como si bajara del cielo. Y en la Cripta de la Colonia Güell, ensayó los arcos catenarios y las columnas inclinadas que luego emplearía en su magna obra.
Fuera de Cataluña también dejó huella. En Comillas, Cantabria, diseñó El Capricho, un edificio exuberante con cerámica verde, inspiración oriental y detalles naturalistas que parecen brotar del jardín. En León, el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines muestran una adaptación de su estilo al frío castellano, mezclando el neogótico con el modernismo más atrevido.
Pero lo más revolucionario de Gaudí no fueron sus formas, sino su alma.
Rechazó los planos convencionales y trabajaba con modelos tridimensionales, dejando que la gravedad le dictara cómo debía construirse un arco. Las formas naturales no eran caprichos estéticos: eran soluciones estructurales, funcionales y bellas al mismo tiempo. Fue pionero en geometrías avanzadas, estructuras sin contrafuertes, integración de materiales nobles, y en dar protagonismo al artesano en cada fase del proceso.
Lo atropelló un tranvía cuando iba distraído, meditando quizá sobre una cúpula, una parábola o una plegaria.
Murió como vivió: sencillo, casi invisible. Lo atropelló un tranvía cuando iba distraído, meditando quizá sobre una cúpula, una parábola o una plegaria. Nadie lo reconoció al principio. Lo creyeron un mendigo. Pero su muerte no lo apagó. Como la luz que entra por los vitrales de su basílica, su legado sigue iluminando generaciones.
Hoy, millones de personas vienen de todos los rincones del mundo a ver lo que él soñó. Caminan por el Park Güell, miran boquiabiertos la Pedrera, se santiguan al entrar en la Sagrada Familia. Y tal vez, por un instante, sienten lo que él sentía: que el arte, si es verdadero, no adorna el mundo. Lo revela.
Fue arquitecto, sí, pero sobre todo fue servidor de un misterio.
Porque Gaudí no construía para los hombres. Construía para la eternidad. Fue arquitecto, sí, pero sobre todo fue servidor de un misterio. Uno que hablaba a través del color, de la piedra, de la luz. Uno que él llamaba, simplemente, Dios.
Gaudí no era un arquitecto común. Era un místico con compás; un monje sin hábito que levantaba catedrales con las manos manchadas de barro y la mirada perdida en el cielo Compartir en X