Avanzas por tu camino de amor y de verdad. En él, amor y desamor se enfrentan. Quieres ayudar, pero muchos no quieren dejarse ayudar. Unos, miran con ojos de clase (alta o baja); otros, tiran con su media verdad o su clamorosa mentira (viviendo engañados y engañando); otros, sueñan con su mundo idílico (alucinando musarañas)… Unos y otros, te miran con desdén, o ni te miran. −Eso sí, luego se quejan de que no les haces caso.
No aceptan a nadie con las ideas claras a su lado, porque ante tu persona les resulta insultante verse confrontados por su propia interacción cáustica y despreciablemente delicuescente que por cobardía no aceptan reconocer: sus emociones de basura les dominan. Es aquello que la psicología llama “relación tóxica”. Van perdidos en su ego, donde se tratan con engaño antojándose Supermán. Debes extirparla de raíz.
¿Por qué te empeñas en insistir en salvar una nave que hace aguas por todos lados? ¡No tienes nada en común! Ahora, ocúpate de ti, es tu hora, y siempre podrás decir que les diste la mano. Cerciórate. Acepta la realidad, no la maquilles como ellos. Si una relación no tiene fundamentos sólidos, no puede avanzar, y será mejor que no pierdas tiempo tirando tu solo del carro, que lo único con que te retribuirán será con el estiércol que va expulsando el burro, dando tumbos por el campo de su amo, el vientre.
No es de extrañar que como sociedad no avancemos sino de cabeza al estercolero. Mira la política. Mira la economía. Mira el pingajo del mundo del “espectáculo” (entre comillas, porque ciertamente es todo un espectáculo). Esos que te cierran el paso se creen a menudo que, porque no eres de ellos, ya eres corrupto. Y te miran con vómito en su mirada estupefaciente y su inexistente interacción: sencillamente, te ignoran y te señalan: te cancelan. Y no advierten que, por lo ciegos que van enfervorizando el porro de su pretensión desde que se levantan hasta que se acuestan, pierden ellos tratando de perderte a ti.
Ya no puedes sentirte bien al mirarte al espejo, o eso intentan. Si no llevas los pantalones roídos y el culo al aire, si no exhibes aspecto de pordiosero, si no te arrastras por su propio fango, no eres de los suyos. Viven del dios de la mediocridad. ¡Pues tendrás que hacértelo mirar, hermano, mi hermana del alma! ¿No ves que están pidiéndote que los dejes ir a la suya?
El esprint de tu vida
Actúa. Gestiona la jugada. Construye el edificio de tu alma. Fortalécelo. Alza la cabeza y camina abriendo camino; sueña tu meta, sin aferrarte a ella; dirígete decidido a tu patria celestial: eso, e ir con la dignidad por la que construirás tu prestigio, es lo único que está en tus manos componer, y por eso, cruzando a tu través, adentrándote en las profundidades de tu esencia, conseguirás refulgir.
No te abandones ni te duermas en los laureles del éxito que reafirmas momento a momento. Procurando cumplir con tus deberes de cristiano, en la medida que te dejen las estructuras de pecado en que te sumergen tus adversarios, avanzarás. Ya sabemos que cuando algo está corrupto, la deyección salpica a cualquiera. Así pues, no persistas en vivir entre arenas movedizas. Al contrario, mira arriba. A medida que asciendas, sentirás en tus sienes el soplo del aire fresco de las cumbres, que te atraerá y mantendrá en el rumbo con su atracción, fijo hacia el encuentro que Dios, tu Creador, te prepara en el cielo sobre los muros que construyes con tus obras buenas.
Así pues, déjate de si te siguen o no; tú, camina. Ya sabes que, por más que te digan, tantos te vienen detrás, caminando por el cómodo sendero de tierra firme que abres tras adentrarte en la selva. Te critican, pero te imitan. Esa es su abyección. Eres un abre-caminos que en tu día tendrás tu paga. Llevar la cara limpia y cubrirse el culo está al alcance de cualquiera, pues así lo enseñan las mamás (las que se preocupan por sus hijos), y siempre será de buen ver.
Ayuda, y te ayudarás. Con desprendimiento. Cuando llegues a puerto, te sentirás seguro y verás cómo habrán ido cayendo uno tras otro y se ahogan todos aquellos que intentaban hundirte. No pueden seguirte. No han querido, porque no pueden más que hundirse en su mentira. Cuando no quieres, no puedes. Y al llegar a la cima, ahí compartirás copete y gozo con los montañeros de alto riesgo como tú, y juntos clamaréis: “¡Misión cumplida!”.
Twitter: @jordimariada
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