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El camino sinodal alemán (13): jaque mate al sacerdocio

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El «camino sinodal» alemán se ocupa del sacerdocio en dos documentos (titulados «Existencia sacerdotal hoy» y «El celibato sacerdotal. Reforzamiento y apertura») en los que, como ya indicábamos en el artículo anterior, los temas sexuales tienen una importancia capital.

El punto de partida es, nuevamente, el gravísimo problema de los abusos sexuales.

En este aspecto se toma como base el Estudio MHG al que nos referimos ampliamente en el segundo artículo de esta serie. Este estudio clasifica a los abusadores en tres grupos: el de los que tienen una fijación pedófila, el de los sociópatas narcisistas y el tipo regresivo-inmaduro.

Los documentos sinodales sobre el sacerdocio afirman de modo tajante que el reservar el ministerio sacerdotal a varones heterosexuales es «dudoso y no compatible con la práctica», así como «discriminatorio y debe ser suprimido». El celibato obligatorio, por otra parte «ni goza más de aceptación ni es convincente».

Literalmente el texto «reivindica explícitamente la aceptación de la homosexualidad con igualdad de derechos también para los sacerdotes».

La vida célibe conllevaría además toda una serie de cargas psíquicas para el sacerdote, derivadas de su soledad, de su privación de un entorno formado por familiares y allegados, etc. En estas circunstancias y en parte también a causa de una deficiente preparación para la existencia célibe, en individuos no los bastante maduros y estables (los pertenecientes al tipo regresivo-inmaduro del Estudio MHG) la obligatoriedad del celibato favorecería la comisión de abusos sexuales. Aquí el texto subraya que se no refiere al celibato en sí, sino a la obligatoriedad del mismo.

Detengámonos un poco antes de seguir.

En relación a la homosexualidad en el sacerdote, el camino sinodal rompe totalmente con la doctrina moral que ha proclamado el cristianismo desde sus inicios. Como en otros ámbitos se introduce el concepto de «igualdad de derechos», en este caso un hipotético derecho al sacerdocio que carece de toda base doctrinal en el seno de la Iglesia Católica: el concepto de «derecho a» no tiene lugar en el ámbito de la vocación, del carisma y de la idoneidad para el ministerio sacerdotal, es tan inapropiado como si habláramos del derecho a ser cantante de ópera o a tener los ojos verdes.

El celibato

Por lo que respecta al celibato, el camino sinodal parece subestimar en mucho a los propios sacerdotes o aspirantes al sacerdocio. Un sujeto que se siente llamado al sacerdocio sabe que ha de cumplir ciertos requisitos, entre otros el de mantenerse célibe. Si esto provoca un conflicto, el mismo sujeto ha de estar en condiciones de reconocer que, por mucho que le pese, no es idóneo para tal ministerio y aceptar esta frustración igual que cualquier individuo acepta las muchas que soportamos todos en la vida.

Por otra parte, precisamente en la sociedad actual, en la que abundan como nunca las personas que viven solas, uno se pregunta por qué ha de ser una tragedia tan grande para el sacerdote lo que otros millones de seres humanos deben sobrellevar muchas veces contra su voluntad y sin la «compensación» de satisfacer una vocación religiosa.

En todo caso, el problema de la soledad podría resolverse formando comunidades de sacerdotes que vivan juntos o facilitando que el sacerdote comparta la vivienda con sus familiares o de que mantenga al menos lazos más estrechos con ellos, de modo que pueda llevar una vida de familia, si la necesita. El propio texto se refiere a estas posibilidades, pero da prioridad a la supresión del celibato obligatorio.

Lo que aquí no funcina es la selección de los candidatos al sacerdocio

Por otra parte, el hecho de que personas del tipo llamado regresivo-inmaduro en el ministerio sacerdotal tiendan a cometer abusos sexuales, supuestamente a causa de la obligatoriedad del celibato, no se resuelve aboliendo esta obligación. El problema es que tales individuos hayan llegado a ser sacerdotes. Lo que aquí no funcina es la selección de los candidatos al sacerdocio.

El conocido caso del ex-obispo de Solsona es un ejemplo escandaloso de que los mecanismos de selección fallaron estrepitosamente. Incluso el afirmar que no es el celibato el problema sino su obligatoriedad, resulta una distinción poco coherente: a nadie se obliga a ser sacerdote ni a ser célibe porque sí. Quien decide ser sacerdote acepta libremente el celibato como parte de su sacerdocio.

Conclusión: estamos pues ante una sorprendente y muy grave infantilización de la figura del sacerdote.

El argumento, también aducido aquí, de que en un momento de enorme carencia de sacerdotes se pierden vocaciones por la exigencia del celibato es totalmente falso. En la Iglesia Evangélica Luterana no existe el celibato obligatorio, varones y mujeres, incluso homosexuales que viven en pareja, tienen acceso al sacerdocio y al episcopado y sin embargo, los evangélicos adolecen de la misma falta de vocaciones que los católicos.

El clericalismo

Otro de los argumentos recurrentes en el camino sinodal alemán es el clericalismo, la tendencia del clero a convertirse en una minoría aferrada al poder y jerárquicamente elevada por encima de los laicos.

En los documentos que comentamos se vuelve insistentemente a este tema. Muchos argumentos se apoyan explícitamente en documentos y en declaraciones del Papa Francisco I, inagotable cantera de la que los sinodales alemanes extraen gran cantidad de munición para bombardear ciertas instituciones y tradiciones de la Iglesia.

En este sentido, el camino sinodal, apoyándose en la propia doctrina católica, pero interpretada de modo bastante libre, resalta por una parte el sacerdocio de todo cristiano, al que se accede por medio del bautismo, y por otra la existencia de un único verdadero y supremo sacerdote, Cristo.

la condición del sacerdocio clerical es relativizada

Considerado todo ello, la condición del sacerdocio clerical es relativizada: «la necesidad sacramental del ministerio sacerdotal está en duda». En vista del escaso número de sacerdotes, ciertas parroquias y comunidades de laicos se organizan sin sacerdote para seguir llevando una vida de fe. Según el camino sinodal, ese tipo de organización debe ser reconocida y prácticente equiparada a la de la parroquia tradicional, servida y guiada por un sacerdote.

De hecho, aunque no se lo plantee de modo tan explícito, lo que se propone es un tipo de Iglesia en la que el sacerdote carezca de una posición propia, que apenas se diferencie del laico y que deje de ser verdaderamente necesario.

Igualmente, se propone que la formación teológica y pastoral de los sacerdotes sea común con la de los laicos al servicio de la Iglesia, que en Alemania tienen gran protagonismo como ministros pastorales y ministros parroquiales.

La existencia de abusos de poder en la Iglesia Católica es innegable. Podría decirse incluso que el propio camino sinodal constituye una asamblea especialmente activa en una no muy santa lucha por el poder. Ahora bien, el camino sinodal no busca corregir desviaciones, reforzar la disciplina, eliminar lastres e impurezas, reformar lo necesario: lo que vemos es un ansia de demolición que, por lo que respecta al sacerdocio, pone en marcha el proceso de su paulatina supresión a largo plazo.

Por lo que respecta al celibato, el camino sinodal parece subestimar en mucho a los propios sacerdotes o aspirantes al sacerdocio Clic para tuitear

 

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Estas entregas de Forumlibertas sobre el camino sinodal alemán (CSA), entregas que no faltan en absoluto a la verdad, prueban de manera irrefutable la sublevación del CSA contra la doctrina y la disciplina de la Iglesia.
    El Derecho Canónico prescribe expulsión (excomunión).
    Pero quien la debe declarar no la declara.
    El CSA, que de todos modos va a seguir en lo mismo, no recibe noticia de excomunión, noticia que despejaría la confusión de nosotros los católicos rasos.
    Mientras tanto, los católicos rasos, unos sorprendidos, otros tristes, otros desmoralizados y con deseos de abandonar la Iglesia a su suerte.
    La responsabilidad del declive no es del CSA, que no tiene ninguna clase de autoridad canónica (ni de ninguna otra clase).
    Es de aquél que tiene la encomienda divina de confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22,32).

    Responder
  • Jesús Gaona Moreno
    27 julio, 2023 17:48

    En Alemania existen facultades de teología católica en las universidades oficiales, además de las universidades propiamente católicas, además de las pontificias. Leyendo los libros de teología contemporánea escritos por estas universidades, se nota una gran pobreza intelectual. Allí estudian, además de sacerdotes y religiosos de ambos sexos, también muchos laicos. El camino sinodal alemán demuestra la rebelión de los laicos contra las fuentes de la fe de la Iglesia, Sagrada Escritura y Tradición. Este fenómeno indica ausencia de vigilancia del Obispo diocesano para cuidar la ortodoxia de la fe, incluyendo muchas veces la deficiente preparación del mismo Obispo en la doctrina católica. El Cardenal de Munich, de apellido Marx, es un lastimoso ejemplo de este descuido. El alemán, en cuanto germano, detesta la tradición teológica latina, consecuentemente, el camino sinodal puede incluirse como rebelión contra un Sumo Pontifice hispanoamericano, Francisco.

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