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Canadá: si sobras, ¿por qué simplemente no te matas?

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Este programa de suicidio o matanza selectiva cada vez se asemeja más a un reemplazo distópico de los servicios de atención, intercambiando el bienestar social por la eutanasia.

Sustituyendo la dignidad humana en toda circunstancia, aún adversa, por un ¿por qué simplemente no te matas?

La historia de Meunier

Tal es el caso reciente, de un hombre tetrapléjico canadiense que decidió terminar con su vida hace unos meses, haciendo uso de la muerte asistida médicamente.

La causa principal fue la falta de un colchón adecuado que pudiera prevenir las úlceras por presión, lo cual le condujo a una situación de desesperación y sufrimiento físico fatal.

La historia de Normand Meunier, reportada por la CBC, comenzó con una visita a un hospital en Quebec debido a un virus respiratorio. Meunier desarrolló una úlcera por presión dolorosa después de ser dejado sin acceso a un colchón que se adaptara a sus necesidades. Posteriormente, solicitó el programa de Muerte Asistida en Canadá (MAiD).

Meunier pasó noventa y cinco horas en una camilla en la sala de emergencias, casi cuatro días. La úlcera por presión que desarrolló «empeoró hasta el punto que se vieron comprometidos huesos y músculos, haciendo que su recuperación y pronóstico fueran muy oscuros».

El hombre que «no quería ser una carga» optó por morir en casa. Una investigación interna sobre el asunto está en curso.

MAiD humilla de manera extrema a las personas

Defensores de las personas discapacitadas y otros han estado advirtiendo durante años que el programa MAiD pone en riesgo a las personas. Avisaron del riesgo de que las personas elijan la muerte, porque es más fácil que luchar por sobrevivir. Pues MAiD se ancla en un sistema que empobrece y humilla de manera extrema a las personas, y lo hace de manera desproporcionada sobre todo con aquellos que están discapacitados. 

La carencia de inversión en una buena atención médica prueba a las personas hasta el límite de su fortaleza y más allá, lo que significa que algunos elegirán morir.

Porque con el tiempo asumirán como una justa ley moral la aberración de que “si eres una carga o no das la talla, sobras”.

Escalofriantes tasas de muerte asistida

Canadá a día de hoy tiene una de las tasas más altas de muerte asistida en el mundo. Las cifras del gobierno muestran que 13,102 personas pusieron fin a sus vidas bajo MAiD en 2022, con un aumento del 30% respecto al año anterior.

En una encuesta a esos 13,102 canadienses que acabaron con sus vidas, la gran mayoría justificaba su decisión de «una muerte por deseo» debido a la «pérdida de capacidad para participar en actividades significativas de la vida». Por otro lado, más de un tercio de los encuestados dijeron que su elección se basó en que sentían que eran una carga para la familia, amigos o cuidadores.

No hay forma de entender que el programa MAiD se considere progresista.

El progreso nunca puede justificarse a través de una “muerte por deseo». Es inhumano, es perverso y es antinatural.

No fueron muchas las personas que parpadearon o se quejaron cuando se implementó MAiD. Inventándose una infundada carta de falsos derechos, los promotores de esta barbarie estaban convencidos de que las preocupaciones sobre la autonomía corporal y mal interpretada compasión eran razón suficiente para adoptar y promover MAiD. 

La destrucción de lo más esencial del hombre

Sin embargo, se ha visto que en ausencia de un robusto estado de bienestar y frente a la pobreza estructural y la discriminación, particularmente hacia los discapacitados, las decisiones que las personas toman no son estrictamente individuales, sino que están moldeadas colectivamente y a veces son «el producto de circunstancias sociales, que están fuera de su control». 

Cuidar del otro es un dato antropológico, un instinto muy humano, pero, cuando no cuidamos unos de otros, ¿en qué terminamos? En la destrucción de lo más esencial del hombre, su dignidad.

Si la compasión es constitutiva de lo humano, ¿por qué no abrir los oídos del alma? ¿por qué no cuidar el regalo de la vida sin cálculo y sin medida?

La muerte asistida no responde a ninguna promesa, no alberga ninguna presunción de esperanza. ¿Puede existir algo más desalmado, ajeno al hombre y vil que un “y si sobras, ¿por qué simplemente no te matas?«

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