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El caso de Indi Gregory, cuando los gobiernos se apropian de los hijos

Familia

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En un acto que subraya la profunda discrepancia entre la defensa de la vida y las decisiones judiciales que parecen socavar la autoridad parental, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha otorgado la ciudadanía italiana a Indi Gregory, la niña de ocho meses con una enfermedad mitocondrial en lo que se conoce como el  caso de Indi Gregory.

Este gesto representa un faro de esperanza frente a la oscura determinación del Tribunal Superior de Londres, que ha autorizado retirar el soporte vital a la pequeña contra la voluntad de sus padres.

Indi, cuyo caso recuerda al de otros niños como Charlie Gard y Alfie Evans, enfrenta una sentencia de muerte por parte de un sistema que parece olvidar la sacralidad de la vida humana. A pesar de la oferta de tratamiento en el hospital Bambino Gesù de Roma, los jueces británicos han denegado la posibilidad de traslado, alegando que el viaje no beneficiaría a la menor.

Esta decisión llega como un eco sombrío de la afirmación de la exministra española Celaá sobre que «Los hijos no son de los padres», una visión que choca frontalmente con el derecho natural de los padres a decidir sobre el bienestar de sus hijos.

La natural unidad y soberanía de los padres

Meloni, en una valiente defensa de la vida y la familia, ha declarado que luchará hasta el final por la vida de Indi y por el derecho de sus padres a buscar todas las posibles soluciones. Esta actitud contrasta con la peligrosa deriva de ciertos gobiernos que, al querer imponer su voluntad sobre los niños, amenazan con despojar a la familia de su intrínseca y natural unidad y soberanía.

La nacionalidad italiana podría ser la llave que abra las puertas a un tratamiento y esperanza de vida para Indi. Dean Gregory, el padre de la niña, se aferra a esta posibilidad, apoyado por organizaciones pro-vida, para evitar el fatal desenlace que el gobierno británico parece haber sellado.

Este caso ha reavivado el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido, recordándonos la importancia de respetar la vida en todas sus etapas.

La pregunta que ahora resuena con fuerza es: ¿defenderemos la vida y la familia, o permitiremos que se disuelvan bajo la presión de un Estado que se cree dueño de nuestras decisiones más fundamentales? La respuesta de Giorgia Meloni es una fuerte llamada a la acción en defensa de la vida.

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • No hemos entendido.
    Vivimos en democracia.
    ¿Qué es democracia? Es la dictadura institucionalizada por los niveles más altos de la política.
    Los jueces, dictadores.
    Los legisladores, elegidos para representarnos, aceptan despreocupados este sistema dictatorial. Están ocupados imponiendo su dictadura en otros niveles.
    Y los ciudadanos tranquilos, porque nos creemos la vieja definición de democracia: el poder de los ciudadanos.
    Tan cándidos como los que se creen el discurso comunista de su (ferozmente totalitario) sistema de gobierno: la dictadura del proletariado.
    Muy rara vez —casi nunca, como caso de excepción— emerge algún poderoso con sentido común, como Giorgia Meloni.

    Responder
  • Un excelente artículo sobre este caso, aquí:
    tempi.it/indi-differenza-tra-potere-e-volere-curare/

    Responder
    • del articulo:
      “Los médicos del Queen’s Medical Center de Nottingham saben perfectamente cómo realizar la operación para corregir el defecto cardíaco de Indi Gregory propuesta por el hospital Bambino Gesù de Roma. Pero no quieren ejecutarlo. Los médicos del Queen’s Medical Center de Nottingham saben perfectamente cómo aplicar el protocolo de tratamientos experimentales, soporte vital y cuidados paliativos para garantizar la supervivencia y el confort de Indi hasta el desenlace final de su enfermedad previsto por el Bambino Gesù, pero no quieren implementarlo.
      Y no lo quieren, no porque la intervención y el soporte vital en régimen paliativo causen sufrimiento a Indi. Sino porque no vale la pena. Porque Indi está condenado. Y en el Reino Unido, como en los países del norte de Europa en general, el sistema sanitario tiende a no intervenir en niños con una esperanza de vida reducida por razones legislativas y presupuestarias. No es una elección de naturaleza médica. Es una elección de naturaleza ética.”

      Ahí es donde se ve la mano de la siniestra dictadura que denuncia Nadin.

      Responder

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