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Cristiandad siglo XXI (y II)

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Apuntaba en la primera parte de este blog que el solo apelativo de Cristiandad despierta injustos recelos en una parte del pueblo católico, cuando sus realizaciones son las que han construido Europa y en buena medida Occidente. En la rápida revisión de aquel pasado me detuve para tratarlo ahora ante dos factores clave de su actualización y necesidad: La Nueva Cristiandad de Maritain y la concepción y validez de la cultura cristiana como nueva matriz para una sociedad plural.

Jacques Maritain (1882-1973)fue un filósofo católico francés, reconocido por su profundo compromiso con el pensamiento cristiano y su influencia en el desarrollo de la filosofía política y social, desempeñando un papel importante en la promoción de una visión humanista y cristiana en el mundo moderno.

Uno de los conceptos clave asociados con Jacques Maritain es el de la «Nueva Cristiandad«. Este concepto fue presentado por Maritain en su obra «Humanismo integral» (1936) y posteriormente desarrollado en otros escritos. La «Nueva Cristiandad» propuesta por Maritain no se refería a un retorno al pasado, sino más bien a una visión del cristianismo que se adapta y se renueva en respuesta a los desafíos del mundo moderno.

Algunos aspectos destacados de la idea de la Nueva Cristiandad incluyen:

  1. Renovación Espiritual, que no solo abarca la esfera religiosa, sino también la cultura, la política y la economía. Creía que el cristianismo debería influir en todos los aspectos de la vida humana y que la fe cristiana debería ser vivida de manera auténtica en el mundo moderno.
  2. Valoración de la Persona Humana: Enfatizaba la dignidad y el valor intrínseco de cada persona humana, inspirado en la enseñanza cristiana sobre la imagen de Dios en el ser humano. Esta perspectiva influyó en su defensa de los derechos humanos y su oposición a cualquier forma de totalitarismo o desprecio por la dignidad humana, lo que hoy incluye de forma destacada el aborto y la eutanasia.
  3. Armonía entre Fe y Razón: Maritain abogaba por una síntesis entre la fe y la razón, creyendo que ambas eran fundamentales para una comprensión completa de la verdad. Sostenía que la fe cristiana no era incompatible con la razón, sino que podía enriquecerla y elevarla a niveles más profundos de comprensión. La encíclica muy posterior, de 1998, Fides et ratio de Juan Pablo II es un planteamiento de máximo nivel doctrinal de aquella tesis.
  4. Compromiso con la Justicia Social: Maritain también promovió el compromiso cristiano con la justicia social y la solidaridad con los más desfavorecidos de la sociedad. Creía en la importancia de construir una sociedad más justa y equitativa, en línea con los principios del Evangelio, como ha desarrollado el magisterio de la Iglesia y que bien resume el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, del Consejo Pontificio Justicia y Paz, encargado también por aquel papa.
  5. Inspiración en la tradición cristiana: La Nueva Cristiandad debía basarse en los valores y principios del cristianismo, pero adaptándolos a las necesidades de la sociedad moderna.

La otra dimensión que compone la cristiandad hoy es la cultura cristiana

El cristianismo es la fe en el Dios, que se ha encarnado en la historia en la persona de Jesucristo, que vino a proclamar la buena nueva de un Dios que es amor y que estamos llamados a una vida de felicidad eterna si no renunciamos a ella. Que el camino para lograrlo nos ha sido transmitido en los Evangelios y que la continuidad de la presencia de Jesucristo se da en la Iglesia constituida por Él. El Credo recoge las afirmaciones fundamentales de esta fe, y el Padrenuestro y las Bienaventuranzas nos comunican directamente la visión de Dios sobre nuestra vida y su relación con Él.

Muy pronto, ya en el siglo primero, esta fe dio lugar a una ética; esto es, una forma de comportarse que, a diferencia de las éticas paganas, era sencilla, clara, concreta, generadora de unos modos de vida específicos y una mentalidad moral; una moralidad. El desarrollo de todo ello aporta una cultura que creció y enriqueció con el paso del tiempo y se ha convertido en esencial, decisiva, en la formación de la cultura europea y Occidental. Tanto que la negación de aquella fe, bebe necesariamente de presupuestos cristianos.

Para resumirlo en una referencia, Rousseau es deudor intelectual de San Agustín, como en tiempos recientes lo es Antonio Negri, y de San Francisco, como se manifiesta en su gran obra “Imperio”; En la monumental “Las Fuentes del Yo«. En la “Construcción de la Identidad moderna” de Charles Taylor, se pueden seguir aquellos hilos conductores que impregnan en un denso entramado toda la cultura Occidental. De una forma más directa y explícita el historiador Tom Holland lo explica en “Dominio. Una nueva historia del Cristianismo”.

Esta cultura cristiana ha nacido de la fe. Pero no requiere de ella para ser asumida, porque la aceptación de su bondad nace de la aceptación racional de su propuesta y de su modelo de vida, y por tanto se dirige a todo el mundo, no limita el pluralismo, en el sentido de que no le limita cualquier otra opción cultural que actúe mediante el convencimiento por la razón. Los católicos culturales son una manifestación concreta de este hecho, que encuentra dos verificaciones empíricas:

Una, retrospectiva: En todas las crisis del pasado, desde el desmenuzamiento del Imperio Roma de Occidente hasta el final de la II Guerra Mundial, llegando a la transición española, los componentes de la cultura cristiana han sido clave para encontrar la salida. La otra verificación es de presente, En la permacrisis que vivimos, cada una de sus causas y manifestaciones y el modelo considerado globalmente, encuentra el mejor encaje de solución de respuesta en la concepción nacida de la cultura cristiana, sea en el ámbito antropológico, ético, político, económico, social y ambiental. La cuestión no es que no sea racionalmente la mejor respuesta, sino que tiene como adversario el “imperio de los sentidos”, la cultura hegemónica que nos lleva a la destrucción, pero que tiene la fuerza de la alienación de masas porque preconiza que la realización humana pasa por la satisfacción del deseo sin límites y restricciones, y esto tiene la fuerza de la instintividad y de la emotividad

La Cristiandad, en términos del siglo XXI, significa la voluntad de construir una sociedad que se fundamenta o inspira en la cultura cristiana y su fuerza radica en mostrar y demostrar cómo la cultura hegemónica nos lleva a la destrucción y cómo la alternativa más satisfactoria es la concepción cristiana.

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Silveri Garrell (Blogger)
    27 marzo, 2024 14:03

    Sobre Fe y Razón está el Creacionismo Americano, que los de Roma desaprovechan, una nueva espiritualidad debe empezar por los 6 dias de la Creación y el famoso Diluvio.

    Responder

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