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Defensores del aborto: argumentos cada vez más retorcidos

Familia

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Los argumentos de los defensores del aborto son cada vez más retorcidos. Lógico: si en los años 60 aún podía colar lo de que el feto no era más que un grumo de células, en los tiempos de las ecografías 5D ya no se puede negar que aquel grumo es tan ser humano como cualquiera de nosotros.

En este contexto, el único recurso es cambiar el lenguaje. Nunca permitas que la realidad estropee tu ideología, y el aborto es ya para sus defensores algo sagrado, intocable, algo que justifica retorcer el lenguaje hasta donde sea necesario. Un espectáculo delirante, pensarán algunos, pero es interesante estar atento a cuál es la última pirueta lógica de los defensores del aborto para saber por dónde van a intentar llevar a la opinión pública.

Como lo que sostiene Sophie Lewis, editada en España por la Editorial Txalaparta, que la define en su web como «feminista comprometida con la ecología cíborg y el comunismo queer». Allí ha publicado un libro titulado «Otra subrogación es posible. El feminismo contra la familia«, que ya nos da pistas de por qué derroteros circula Lewis.

Pero volviendo al tema del aborto, Sophie Lewis se sincera y escribe lo siguiente:

«En el pasado, las estrategias que nuestro bando ha tendido a utilizar han incluido una especie de cesión de terreno a nuestros enemigos. Tendemos a afirmar que el aborto es, de hecho, muy malo, pero añadimos que, «afortunadamente no es lo mismo que matar, sino un derecho sanitario».

Tenemos muy poco que perder en lo que se refiere al aborto, y por eso lo que me interesa es ganar radicalmente. Y me pregunto si podemos pensar en defender el aborto como un derecho a detener el trabajo gestacional.

El aborto es, en mi opinión, y reconozco que es algo controvertido, una forma de matar. Es una forma de matar que necesitamos poder defender. No me interesa cuándo empieza a existir una vida humana. Pero analizando la biología del asunto no puedo dejar de pensar en la violencia que, inocentemente, un feto inflige a la gestante. Y esa violencia es una violencia inaceptable para alguien que no quiere gestar. La violencia que la gestante inflige cuando se declara en huelga o abandona el lugar de trabajo, es una violencia aceptable.”

Uno no puede menos que detenerse, respirar hondo y volver a leer lo que Lewis ha escrito. ¿Realmente he leído lo que he leído? ¿No será todo una alucinación?

Por si aún no da crédito y está pensando que debe de ser que no lo ha entendido bien, resumo lo que sostiene Lewis:

1.       Sí, el aborto es una forma de matar.

2.       No me importa que el feto sea un ser humano.

3.       Tenemos que justificar esa forma de matar.

4.       El feto ejerce violencia sobre su madre.

5.       Su madre puede matarlo como reacción justificada a esa violencia que ejerce el feto. Lo hace en legítima defensa.

6.       Matar al feto no es peor que declararse en huelga o cambiar de trabajo.

Bienvenidos a la nueva frontera en la defensa del aborto.

Las falacias lógicas saltan a la vista, pero me interesa especialmente la neolengua que los abortistas utilizan y, ya se lo pueden imaginar, pretenderán imponernos (del mismo modo que hablan de IVE para referirse al aborto provocado). Fíjense que el útero ahora es «el lugar de trabajo», que el embarazo se ha convertido en «trabajo gestacional» y que la gestación es ahora «violencia».

Al menos, reconoce Lewis, el aborto es una forma de matar… pero tras reconocer lo que ya no se puede ocultar, la misma Lewis afirma sorprendentemente que no le importa si eso que va a matar es una vida humana. Seguramente porque lo tiene muy claro: lo que va a matar es un ser humano vivo (no hay duda de que el feto está vivo y el producto de la concepción entre dos seres humanos no puede ser más que otro ser humano). En cualquier otro contexto, si alguien hiciera una afirmación como ésta será calificado como un sociópata, alguien que no tiene ningún escrúpulo a la hora de matar a un ser humano.

Pero el gran argumento de Lewis se funda en su concepto de violencia: el feto ejerce violencia sobre su madre, luego está justificado que la madre responda con violencia. Este argumento sólo se puede sostener retorciendo brutalmente la noción de violencia («aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su resistencia, acción violenta o contra el natural modo de proceder«) para que pase a incluir un proceso natural y no violento.

Por último, el intento de englobar el «trabajo gestacional» junto a cualquier otro tipo de trabajo para de este modo justificar un «derecho a huelga» o un «derecho a abandonar el trabajo» que no son más que formas de matar, está tan desprovisto de lógica que nadie cuya mente no haya sido totalmente arrasada por la ideología abortista dejará de ver su sinsentido.

Delirante, pensarán quienes mantienen un cierto sentido de la realidad y la decencia. Pero estén atentos, porque a medida que los abortistas se quedan sin argumentos sus justificaciones son más y más retorcidas. Lewis vive y escribe desde Filadelfia, pero no les extrañe que sus chocantes argumentos pronto estén en circulación entre nosotros.

Sophie Lewis ha publicado un libro titulado «Otra subrogación es posible. El feminismo contra la familia«, que ya nos da pistas de por qué derroteros circula Lewis. Share on X

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Afortunada Lewis que nadie «iluminó» con tan «geniales y apabullantes» argumentos a la madre de ella cuando estaba sufriendo la «violencia» del «trabajo gestacional» que Lewis le imponía.

    Responder
  • O sea, que Sophie Lewis puede escribir ahora las burradas que escribe gracias a la violencia que ejerció contra su madre durante su vida intrauterina. Es que además de la violencia de género existe la violencia de feto. Me pregunto si este delito prescribe y si Sophie Lewis no podría ser juzgada, condenada y ejecutada por ello en la actualidad, igual que ella considera que se la hubiera podido juzgar, condenar y ejecutar por el mismo delito cuando estaba en el vientre de su madre. No sería de extrañar que su madre, si vive y se da cuenta del monstruo aberrante en que se ha convertido su hija, optase por ejercer su derecho a eliminarla por la violencia que ejerció contra ella, o al menos, a pedir indemnización por daños y perjuicios.
    Claro, resulta que el hecho de que haya o no violencia en el embarazo depende de la voluntad o el deseo de la embarazada. En todo caso, igual que con las mujeres maltratadas que se someten al maltrato, se trata de convencer a las mujeres embarazadas de que no deben someterse nunca a la violencia que el hijo en gestación ejerce contra ellas.

    Responder

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